La Sonrisa de Carol
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Sonrisa, una niña llamada Carol que tenía la sonrisa más brillante y hermosa de todos. Sus dientes eran tan blancos y relucientes que parecían pequeñas estrellas en el cielo.
Carol era muy feliz y le encantaba compartir su alegría con todos los habitantes del pueblo. Siempre saludaba alegremente a cada persona que se cruzaba en su camino y les regalaba una cálida sonrisa que iluminaba sus corazones.
Un día, mientras Carol jugaba en el parque, se dio cuenta de que uno de sus dientes empezaba a sentirse flojo.
Al principio, no le dio mucha importancia, pero con el pasar de los días, el diente seguía aflojándose más y más. "¡Ay, mi dientecito está por caerse!", exclamó Carol preocupada. Esa noche, antes de acostarse, Carol pidió un deseo al hada de los dientes: "Querida hadita, por favor ayúdame a mantener mis dientes sanos y fuertes".
Al día siguiente, Carol se despertó emocionada al descubrir que su diente flojo ya no lo estaba más. En su lugar había crecido un nuevo diente aún más brillante y reluciente que antes.
"¡Qué maravilla! ¡Mi deseo se hizo realidad!", gritó Carol emocionada. A partir de ese día, Carol cuidó aún más sus dientes cepillándolos después de cada comida y evitando comer demasiados dulces.
Se convirtió en la embajadora de la salud bucal en Villa Sonrisa e inspiró a todos los niños del pueblo a cuidar sus sonrisas como ella lo hacía. Sin embargo, la felicidad no duraría mucho tiempo.
Una malvada bruja llamada Cariesia llegó al pueblo con la intención de arruinar las sonrisas perfectas de todos los habitantes. Con su varita mágica carcomía los dientes de las personas haciendo que dolieran terriblemente. "¡Jajaja! ¡Ninguna sonrisa será tan perfecta como la mía ahora!", reía malévolamente Cariesia.
El pueblo cayó en tristeza al ver cómo sus hermosas sonrisas desaparecían poco a poco. Pero Carol no iba a permitirlo. Decidió enfrentarse a la bruja para salvar las sonrisas del pueblo. Con valentía y determinación, Carol desafió a Cariesia lanzándole destellos brillantes desde sus propios dientes.
La luz era tan intensa que cegó temporalmente a la bruja haciéndola retroceder. "¡No permitiré que arruines nuestras sonrisas! ¡Vete ahora mismo!", exclamó Carol con firmeza.
La bruja Cariesia huyó asustada ante el poder radiante de la niña y prometió nunca volver a molestar al pueblo nuevamente. Desde ese día en adelante, Villa Sonrisa volvió a ser un lugar lleno de alegría y risas gracias al valor y determinación de Carol.
Todos aprendieron la importancia de cuidar sus dientes para mantener una hermosa sonrisa como ella lo hacía. Y así fue como los DIENTES DE CAROL no solo brillaban con luz propia sino también iluminaban el corazón de quienes tenían el privilegio de conocerla.
FIN.