La sonrisa de Juan



Había una vez un niño llamado Juan, quien siempre había sido muy alegre y divertido. Pero un día, algo cambió en él y comenzó a sentirse triste todo el tiempo.

Sus compañeros de clase se dieron cuenta de esto y decidieron ayudarlo. Un lunes por la mañana, cuando llegaron al colegio, los compañeros se acercaron a Juan con una gran sonrisa en sus rostros.

"¡Hola Juan! ¿Cómo estás hoy?"- preguntó Martín, uno de los amigos más cercanos de Juan. Juan miró hacia abajo y suspiró. "No me siento muy bien"- respondió con voz apagada. Los compañeros intercambiaron miradas preocupadas pero no se rindieron.

Decidieron que cada día harían algo especial para hacer sentir mejor a su amigo. El martes, durante el recreo, organizaron un partido de fútbol solo para Juan. Todos los niños lo animaban mientras él corría tras el balón.

Aunque al principio estaba triste, poco a poco fue contagiándose del entusiasmo de sus amigos y empezó a sonreír tímidamente. El miércoles decidieron hacerle una sorpresa a Juan. Durante la hora del almuerzo prepararon una pequeña fiesta en su honor.

Decoraron la mesa con globos coloridos y le cantaron "Feliz Día" cuando entró al salón. Le dieron regalos hechos por ellos mismos: dibujos llenos de colores brillantes que representaban momentos especiales que habían compartido juntos. Juan abrió los obsequios con emoción y lágrimas en los ojos.

"Gracias chicos, esto es lo más lindo que me han dado"- dijo con voz entrecortada. El jueves, los compañeros decidieron llevar a Juan al parque después de clases. Querían distraerlo y alejarlo un poco de sus preocupaciones.

Jugaron en los columpios, se subieron a los toboganes y corrieron por el césped verde como si no hubiera un mañana. Juan se olvidó de su tristeza por un rato y disfrutó del día al máximo.

El viernes fue el último día de la semana y los compañeros querían hacer algo realmente especial para Juan. Durante la clase de arte, cada uno pintó una pieza del rompecabezas más grande que habían visto jamás.

Cuando terminaron, juntaron todas las piezas y revelaron una hermosa imagen: era una foto de ellos abrazados formando un corazón. "Juan, este rompecabezas representa lo mucho que te queremos"- dijo Sofía con ternura en su voz. Los ojos de Juan se llenaron de lágrimas nuevamente. "No sé qué decir...

gracias chicos, no saben cuánto significan para mí". Ese día, todos se dieron cuenta de que el simple acto de estar allí para alguien puede hacer una gran diferencia en su vida.

A partir de ese momento, prometieron siempre apoyarse mutuamente y recordar que nunca están solos. Y así, Juan recuperó poco a poco su alegría gracias al amor y la amistad incondicional de sus compañeros.

Aprendió que cuando nos sentimos tristes o solos, siempre hay alguien dispuesto a tendernos una mano amiga y recordarnos lo especiales que somos. Desde ese día, Juan supo que no importaba lo que pasara, siempre tendría a sus amigos cerca para hacerle sentir mejor.

Y juntos, enfrentarían cualquier desafío con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de amor y amistad.

FIN.

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