La sonrisa de la abuela


Había una vez en un pequeño pueblo, una dulce abuela llamada Doña Rosa. Doña Rosa siempre tenía una sonrisa para dar, pero últimamente se la veía un poco triste.

Su nieta, Martina, notó que algo no estaba bien y decidió hacer algo al respecto. Martina se acercó a su abuela y le preguntó: -Abuelita, ¿qué te pasa? Te veo un poco triste últimamente.

-Ay, Martina, es que me duelen mucho las piernas y ya no puedo salir a pasear como antes. -No te preocupes, abuelita, voy a buscar una solución para que estés mejor -dijo Martina decidida. Martina se puso en marcha y buscó por todo el pueblo a alguien que pudiera ayudar a su abuela.

Después de preguntar y preguntar, Martina conoció a Don Antonio, un amable señor que era fisioterapeuta. Don Antonio escuchó la situación y decidió ayudar a la abuela. Todos los días, Don Antonio visitaba a Doña Rosa y le enseñaba ejercicios para fortalecer sus piernas.

Poco a poco, la abuela comenzó a sentirse mejor y su sonrisa volvió a brillar. Martina estaba feliz de ver a su abuela tan contenta y agradeció a Don Antonio por su ayuda.

Doña Rosa volvió a salir a pasear, a disfrutar del sol y a compartir su amor con todos en el pueblo. La determinación de Martina y la ayuda de Don Antonio habían logrado que la persona que quería a su vis abuela estuviera mucho mejor.

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