La sonrisa de la luna



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una mujer llamada Lucía. Lucía era conocida por su bondad y alegría, siempre tenía una sonrisa en su rostro y un corazón lleno de amor para dar.

Una noche, mientras paseaba por el campo bajo la luz de la luna llena, Lucía encontró a un bebé abandonado junto a un árbol. Sin dudarlo ni un segundo, lo recogió en sus brazos y decidió llevarlo a casa.

Al llegar a su hogar, la luna iluminaba cada paso que daba Lucía. La bella mujer sabía que no podía cuidar al bebé sola y necesitaba ayuda. Entonces recordó al anciano del pueblo llamado Don Miguel.

Lucía se dirigió rápidamente hacia la cabaña de Don Miguel. Al verlo sentado frente a su chimenea, ella tocó con delicadeza la puerta.

El anciano abrió sorprendido y le preguntó:"¿Qué te trae por aquí tan tarde, querida Lucía?"Con ternura en sus ojos y voz temblorosa, ella respondió:"Don Miguel, he encontrado a este bebé abandonado bajo un árbol. No sé qué hacer ni cómo cuidarlo adecuadamente".

Don Miguel observó al bebé con atención y dijo:"Lucía, eres una persona maravillosa por haber rescatado a este pequeño ser indefenso. Yo te ayudaré en todo lo que pueda". Así comenzaron los días de Lucía como madre adoptiva junto a Don Miguel como guía sabio.

El tiempo pasaba rápido mientras el bebé crecía felizmente rodeado de amor y cuidado. Lucía y Don Miguel se dedicaron a enseñarle todo lo que sabían sobre la vida, el respeto por los demás y la importancia de ayudar a los más necesitados.

Una noche, mientras paseaban nuevamente bajo la luz de la luna, Lucía, Don Miguel y el niño miraron hacia arriba y vieron cómo la luna sonreía con orgullo. —"Miren" , dijo Lucía emocionada. "La luna está feliz porque hemos formado una familia hermosa".

El niño miró hacia arriba con sus ojos brillantes y preguntó:"¿Por qué sonríe la luna?"Don Miguel acarició suavemente su cabeza y respondió:"La luna sonríe cuando ve a personas buenas haciendo cosas maravillosas.

Nosotros le hemos dado un hogar a este bebé abandonado, le hemos brindado amor y enseñanzas importantes para su vida". El niño asintió con una gran sonrisa en su rostro.

Desde ese día, cada noche antes de dormir, él miraba por la ventana para saludar a la luna mientras le contaba todas las cosas buenas que había hecho durante el día. Con el paso del tiempo, aquel bebé creció convirtiéndose en un joven lleno de valores y bondad.

Siempre recordaba las enseñanzas de Lucía y Don Miguel. Y así fue como gracias al amor incondicional de dos personas generosas, aquel pequeño bebé encontró un hogar lleno de felicidad.

Y aunque no siempre es fácil encontrar nuestro lugar en el mundo, si abrimos nuestros corazones podemos crear nuestras propias familias donde reine el amor y la alegría. Desde entonces, cada noche, cuando la luna sonríe en el cielo, es porque sabe que hay personas como Lucía y Don Miguel haciendo del mundo un lugar mejor.

FIN.

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