La sonrisa de Lola



Había una vez una niña llamada Lola, que vivía en la ciudad y tenía cuatro años. Lola era morena con ojos verdes brillantes, pero a veces olvidaba lavarse los dientes después de comer dulces y golosinas.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Lola mordió una manzana y sintió un dolor agudo en uno de sus dientes. Se llevó la mano a la boca y notó que algo no estaba bien.

Su mamá, al verla preocupada, le preguntó qué le pasaba. "¡Ay mamá! Me duele mucho un diente", dijo Lola con tristeza. Su mamá le examinó la boca y vio que tenía una pequeña caries.

Preocupada por la salud dental de su hija, decidió llevarla al dentista para que pudiera arreglar ese problema. Lola estaba asustada porque nunca antes había ido al dentista. Había escuchado historias de amigos que decían que dolía mucho y que era un lugar muy feo.

Pero su mamá le explicó que el dentista es un amigo que nos ayuda a cuidar nuestros dientes para estar sanos y fuertes. "No te preocupes, Lola.

El dentista va a arreglar tu diente y te sentirás mucho mejor después", consoló su mamá. Al llegar a la consulta del dentista, Lola se sorprendió al ver lo colorido y divertido que era el consultorio. Había dibujos en las paredes y juguetes por todas partes.

El dentista resultó ser muy amable y simpático, lo cual hizo que Lola se sintiera más tranquila. El dentista revisó su diente con cuidado e hizo desaparecer la caries sin causarle ningún dolor a Lola.

Le dio consejos sobre cómo cepillarse los dientes correctamente después de cada comida para prevenir futuras caries. "Recuerda, Lola, es importante cepillarse los dientes al menos dos veces al día y visitar al dentista regularmente para mantener esa sonrisa tan bonita", le recordó el dentista antes de despedirla.

Lola salió del consultorio dental con una sonrisa radiante en el rostro. Ya no tenía miedo del dentista; al contrario, se sentía feliz de haber ido porque sabía que ahora sus dientes estaban más sanos gracias a él.

Desde ese día, Lola se convirtió en una experta en el cuidado dental. Cepillaba sus dientes con entusiasmo todas las mañanas y todas las noches antes de irse a dormir.

Y cuando volvía a comer golosinas, recordaba lo importante que era mantener una buena higiene bucal para evitar problemas como los que había tenido antes. Y así fue como Lola aprendió la importancia de cuidar sus dientes gracias a su visita al dentista.

Ahora podía disfrutar de todos los dulces que quisiera sin preocuparse por tener caries nuevamente.

FIN.

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