Había una vez en un bosque encantado, una ardilla llamada Lola que siempre estaba de mal humor.
Se quejaba de todo y veía el lado negativo de las cosas.
Un día, mientras buscaba nueces para guardarlas en su hogar, se encontró con Lucas, el conejo más alegre y positivo del bosque.
-"¡Hola Lola!
¿Cómo estás hoy?
" -saludó Lucas con una gran sonrisa en su rostro.
Lola frunció el ceño y respondió: "Estoy mal, nada me sale bien y estoy harta de este bosque aburrido".
Lucas se acercó a ella y le dijo: "Lola, la actitud lo es todo.
Siempre puedes encontrar algo bueno en cada situación si miras con los ojos del corazón".
Lola rodó los ojos pero decidió darle una oportunidad a las palabras de Lucas.
Juntos continuaron buscando nueces y pronto se encontraron con un arroyo cristalino.
-"¡Mira Lola, qué hermoso lugar encontramos!
" -exclamó Lucas emocionado.
Lola se detuvo a observar el paisaje y notó lo hermoso que era el arroyo, cómo brillaba el sol sobre el agua y cómo cantaban los pájaros en los árboles cercanos.
Poco a poco, la actitud de Lola comenzó a cambiar.
Empezó a ver las cosas desde otro punto de vista y a apreciar la belleza que la rodeaba.
Se dio cuenta de que no todo era tan malo como pensaba.
Con el tiempo, Lola se convirtió en una ardilla más feliz y positiva gracias a la influencia de Lucas.
Ya no se quejaba tanto ni veía solo lo negativo.
Aprendió a valorar lo bueno que tenía en su vida y a disfrutar cada momento al máximo.
Un día, mientras jugaban juntos cerca del arroyo, Lola le dijo a Lucas: "Gracias por enseñarme que la actitud lo es todo.
Ahora veo la vida con otros ojos y soy mucho más feliz".
Lucas sonrió satisfecho y le respondió: "Siempre es importante recordar que nuestra actitud puede cambiarlo todo.
¡Sigamos disfrutando juntos de las maravillas del bosque!
"Y así, entre risas y juegos, Lola aprendió una gran lección: que tener una actitud positiva puede hacer brillar incluso los días más oscuros.
Y juntos siguieron explorando el bosque encantado, llenando cada rincón con alegría y optimismo.