La Sonrisa de Sofía



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Juegolandia, una niña de seis años llamada Sofía. Sofía no era una niña común. Tenía un poder especial: su sonrisa podía iluminar hasta el día más gris. Cada vez que sonreía, las plantas florecían, los pájaros cantaban y las nubes se disipaban.

Un día, mientras Sofía jugaba en el parque con su mejor amiga, Lila, notaron que el cielo se oscurecía repentinamente de manera extraña. Las nubes se amontonaban y un aire frío invadió el ambiente.

- “¿Qué está pasando, Sofía? ” - preguntó Lila, asustada.

- “No lo sé, pero debe ser algo muy serio. ¡Vamos a investigar! ” - respondió Sofía con determinación.

Ambas chicas corrieron hacia la plaza del pueblo, donde vieron a sus vecinos preocupados. Don Felipe, el anciano del lugar, se acercó a ellas.

- “Sofía, Lila, ¡ayúdennos! Una sombra oscura ha cubierto el pueblo y todos se sienten tristes y sin energía.”

- “No se preocupen, ¡yo tengo un plan! ” - dijo Sofía con una sonrisa radiante.

Sofía reunió a todos los niños del pueblo y empezó a contar chistes y a jugar.

- “¿Qué le dice un semáforo a otro? ”

- “¡No te mires, que me pongo rojo! ”

Las carcajadas comenzaron a resonar entre los árboles, pero la sombra seguía acechando.

- “Esto no es suficiente,” - dijo Sofía mientras pensaba en cómo podría hacer brillar aún más su sonrisa.

- “Lila, ¿y si organizamos una gran fiesta? ” - sugirió Sofía.

- “¡Sí, eso sería genial! ” - exclamó Lila, emocionada.

Así que, comenzaron a planear la fiesta. Invitaron a todo el pueblo y comenzaron a adornar el parque con globos de colores. El día de la fiesta llegó y cada persona trajo algo para compartir: tortas, juegos y mucha alegría.

Cuando la fiesta comenzó, Sofía subió a un pequeño escenario improvisado y comenzó a sonreír.

- “¡Hola, Juegolandia! ¡Hoy nos reunimos para celebrar la amistad y la diversión! ”

La gente comenzó a bailar y sonreír. Sofía, con su contagiosa alegría, se acercó a la sombra que cubría la plaza.

- “¡Tú no puedes quitar nuestra felicidad! ” - le gritó a la sombra.

En ese momento, decidió usar su poder más fuerte: su inmensa sonrisa.

- “¡Aquí va! ” - exclamó Sofía mientras sonreía más y más. A medida que lo hacía, la sombra comenzó a temblar.

- “¿Qué es esto? ” - murmuró la sombra.

- “¿No ves? Nuestra alegría es más grande que tus oscuras intenciones” - dijo Lila con valentía.

La fiesta fue creciendo en alegría. Todos en el pueblo, incluidos los adultos, comenzaron a sonreír, a jugar y a compartir. Pronto, la sombra no pudo soportar la luz de las sonrisas de Juegolandia y comenzó a desvanecerse.

- “¡Nooo! ¡No puede ser! ” - gritó la sombra mientras desaparecía en el aire.

Cuando la sombra se disolvió por completo, el sol brilló nuevamente sobre Juegolandia. Todos aplaudieron.

- “¡Eres una verdadera heroína, Sofía! ” - le dijo Don Felipe mientras la abrazaba.

- “Gracias a todos, ¡lo hicimos juntos! ” - respondió Sofía, siempre con su amplia sonrisa.

Desde aquel día, en Juegolandia nunca olvidaron la importancia de sonreír y compartir la alegría. Sofía, con su sonrisa mágica, había salvado no solo al pueblo, sino también les enseñó que la felicidad se multiplica cuando se comparte.

Así, cada vez que veían un día nublado, los niños de Juegolandia organizaban una fiesta para llenar el aire de sonrisas y risas, recordando que a veces la felicidad es el mejor súper poder que uno puede tener.

FIN.

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