La sonrisa de Susana y el misterio de las caries
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulcetierra, una niña llamada Susana. Susana tenía una sonrisa brillante que iluminaba todo a su alrededor. Sus compañeros de escuela la adoraban y siempre decían: "¡Qué linda sonrisa, Susana!"- Pero había un pequeño secreto que solo Susana conocía: había sido un poco desmedida con los dulces. A ella le encantaban las golosinas, especialmente los caramelos y los chocolates. "¡Sólo uno más!"- solía decir, mientras se terminaba la bolsa entera en un abrir y cerrar de ojos.
Un día, después de un largo verano de comer demasiados dulces, Susana se dio cuenta de que algo no estaba bien. Cuando fue al dentista para su chequeo habitual, saltó de su silla cuando el dentista, el Dr. Dientón, le dijo:
"¡Susana! Tienes caries. Necesitamos hacer un tratamiento"-.
Susana no podía creer lo que oía. Se sentía triste y avergonzada. "Pero, ¡mi sonrisa!"- gritó con un puchero, "¿Qué va a hacer mi sonrisa sin tratamiento?"-
El Dr. Dientón, un amable dentista con un gran corazón, le sonrió y le dijo:
"No te preocupes, Susana. Aún puedes tener una sonrisa hermosa, solo necesitamos arreglar las caries. Pero debes aprender a cuidar tus dientes"-. Susana asintió, pero no estaba segura de cómo hacerlo.
Decidida a aprender, Susana decidió consultar a la sabia tortuga Tula, que era conocida en el pueblo por ser una gran consejera. Tula, con su caparazón verde y su andar lento, siempre tenía las respuestas correctas.
"Tula, ¡ayúdame!"- exclamó Susana, "¡Mis dientes están llenos de caries!"-
Tula, con su voz profunda y tranquila, le dijo:
"Querida Susana, es importante disfrutar de los dulces, pero también debemos cuidar de nuestros dientes. Hay una regla llamada 'dos veces al día y no más de dos golosinas a la vez' para mantener menos riesgos de caries."-
Susana, intrigada, preguntó:
"¿Y cómo puedo recordar eso cuando estoy en una fiesta de cumpleaños?"-
"Haz un juego, Susana. Puedes llevar una pequeña cajas de dibujos para contar cuántas golosinas has comido. Y cuando llegues a dos, ¡es hora de parar!"- le explicó Tula.
Susana sonrió al escuchar esto, sintiendo que estaba empezando a ver la luz. A partir de ese día, cada vez que iba a una fiesta, llevaba su caja mágica y se aseguraba de contar sus golosinas. Sus amigos se unieron a ella en el juego, y juntos aprendieron a aceptar la moderación.
No pasó mucho tiempo para que sus dientes comenzaran a recuperarse, y al volver a ver al Dr. Dientón, se sintió orgullosa de su progreso. "Has hecho un gran trabajo, Susana. No solo has cuidado tus dientes, sino que también has enseñado a tus amigos sobre la importancia de la salud dental"- le dijo el dentista con una gran sonrisa.
Finalmente, Susana se miró al espejo y sonrió de nuevo. "Esta vez, ¡mi sonrisa será aún más brillante!"-.
Desde entonces, Susana se convirtió en un ejemplo en su escuela. Cada vez que había una fiesta, ella recordaba a todos la importancia de la moderación, y la canción que había inventado para contar las golosinas se hizo famosa en todo el pueblo:
"Dos dulces por día, y muchos cepillos, ¡para que tu sonrisa sea siempre maravillosa!"-.
Así, la hermosa sonrisa de Susana no solo se mantuvo sana, sino que también ayudó a otros a cuidar de sus dientes, y juntos, disfrutaron de dulces de una manera más saludable. Y así, la vida en Dulcetierra continuó dulce y feliz, llena de sonrisas brillantes.
FIN.