La sonrisa del bosque


Había una vez, en el hermoso bosque de las emociones, un niño llamado Mateo que siempre estaba triste. A pesar de vivir rodeado de risas y alegría, su corazón se sentía vacío y solitario.

Un día, Alegria decidió acercarse a él para ayudarlo. Con su cálida sonrisa y su energía contagiosa, le dijo: "Hola Mateo, veo que estás triste. ¿Puedo hacer algo por ti?"Mateo levantó la mirada y asintió tímidamente.

"Me siento muy solo", susurró con voz apagada. Alegria extendió su mano hacia Mateo y lo invitó a dar un paseo por el bosque.

Mientras caminaban entre los árboles coloridos y escuchaban el canto de los pájaros, Alegria le mostraba todas las cosas maravillosas que había en el mundo. De repente, apareció Amor flotando en el aire como una brisa suave y envolvente. Se acercó a Mateo y le susurró al oído: "No estás solo, querido niño. Siempre estaré contigo".

El corazón de Mateo se llenó de calidez al sentir la presencia del amor a su lado. Juntos continuaron explorando el bosque mientras la tristeza comenzaba a disiparse poco a poco.

Cuando llegaron al final del camino, Alegria tomó la mano de Mateo y lo acompañó hasta la puerta de su casa. Antes de despedirse, le dijo: "Recuerda que aunque haya momentos difíciles en tu vida, siempre habrá una chispa de alegría esperando por ti".

Mateo sonrió tímidamente y agradeció a Alegria por su compañía. Mientras cerraba la puerta, Amor le susurró al oído: "Siempre estaré aquí para ti, Mateo".

Días pasaron y Mateo comenzó a descubrir que, incluso en los momentos más oscuros, podía encontrar pequeñas cosas que lo hacían feliz. Los abrazos de su mamá, las risas con sus amigos y las tardes de juegos en el bosque se convirtieron en un bálsamo para su alma.

Alegria y Amor nunca dejaron de acompañar a Mateo en su camino hacia la felicidad. Juntos aprendieron a enfrentar los desafíos con valentía y a valorar cada instante de alegría que encontraban. El bosque de las emociones fue testigo del increíble cambio en el corazón de Mateo.

Ahora era un niño radiante, lleno de vida y dispuesto a compartir su amor y alegría con todos aquellos que lo rodeaban.

Y así, gracias al poder del amor y la amistad verdadera, Mateo encontró la fuerza para superar cualquier tristeza y vivir una vida llena de felicidad. El bosque siempre recordaría la historia del niño que aprendió que no hay oscuridad tan profunda que no pueda ser iluminada por una sonrisa sincera.

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