La sonrisa del lobo y las siete cabritas



Había una vez un lobo que vivía en un bosque frondoso y verde. Su nombre era Lobo Lúcido, y aunque era un lobo en busca de algo para comer, tenía un fuerte problema: ¡su aliento era terrible! La verdad era que Lobo Lúcido no se cuidaba los dientes y no le gustaba ir al dentista. Pero hoy, Lobo Lúcido tenía un plan: ¡pensaba comerse a las siete cabritas que vivían al otro lado del río!"- ¡Hoy es el día perfecto para un almuerzo cabritil!" pensó Lobo Lúcido, frotándose las patas. Tenía ganas de atraer a las cabritas con una gran sonrisa, pero no se dio cuenta de que el olor de su aliento podría asustarlas.

Las cuatro primeras cabritas eran las más pequeñas y juguetonas. Estas se llamaban Pícaro, Saltarín, Risita y Chiquitina. Cuando Lobo Lúcido llegó, decidió mostrar toda su simpatía. Se acercó a las cabritas con una gran sonrisa y dijo:

"- ¡Hola, pequeñas cabritas! ¡Qué alegres se ven hoy! ¿No les gustaría jugar conmigo?"

Las cabritas, sorprendidas por la súbita aparición del lobo, decidieron ser amables.

"- ¡Hola, Lobo Lúcido!" dijeron al unísono. Pero cuando el lobo abrió la boca para reírse, un viento desagradable sopló desde su aliento.

"- ¡Oh! ¿Qué es ese olor?" preguntó Risita, tapándose la nariz con una pezuña.

"- ¡Es horrible!" gritó Pícaro.

Las cabritas, en un arranque de valentía, sacaron sus cañones de confeti y les dispararon.

"- ¡Esto es por tu feo aliento!" gritaron mientras llenaban el aire de colores.

Lobo Lúcido se quedó atónito:

"- ¡Hey! ¡Eso no es justo!" replicó.

Más allá del río, las otras cabritas, que se llamaban Dulce, Valiente y Chispa, escucharon el alboroto y se acercaron. Al ver lo que sucedía, se unieron al juego y, desde ese momento, todas las cabritas tomaron sus cañones de confeti y comenzaron a lanzarles a Lobo Lúcido.

"- ¡No tenemos miedo de ti!" gritaron enérgicamente.

El lobo se dio cuenta de que su plan había fracasado. En lugar de tener un delicioso almuerzo, se sentía avergonzado.

"- ¡Mejor me voy!" exclamó, sintiendo que debía hacer un cambio en su vida.

Reflexionando sobre la situación, Lobo Lúcido decidió visitar al dentista. Así que, con mucha firmeza y un poco de miedo, encontró la cueva del dentista. Al entrar, se sintió aliviado al ver que el dentista, una amable tortuga llamada Doctora Tori, lo recibió.

"- Bienvenido, Lobo Lúcido. ¿Cuál es tu problema?" le preguntó.

"- Mi aliento es horrible, y además, me gustaría tener una sonrisa más bonita. " contestó el lobo con algo de vergüenza.

La Doctora Tori sonrió y dijo:

"- No te preocupes. Con un poco de cuidado, podemos solucionarlo. ¡Te enseñaré cómo cepillarte los dientes!"

Así que Lobo Lúcido se quedó en la cueva del dentista, mientras Doctora Tori le enseñaba sobre la importancia del cuidado bucal y qué alimentos eran buenos para los dientes. Después de una limpieza profunda, Lobo Lúcido salió de la cueva con una gran sonrisa y un aliento fresco. Quería volver a las siete cabritas y pedir disculpas.

- ¡Hola cabritas!" les gritó con alegría. Las cabritas, aún un poco cautelosas, miraron hacia Lobo Lúcido, que ahora lucía diferente.

"- Miren, ahora tengo un aliento fresco " dijo, respira con cuidado para no asustarlas.

"- ¡Wow!" exclamó Chiquitina. "- ¡Tu sonrisa se ve genial!"

"- Sí, Lobo Lúcido, si quieres, podemos ser amigos y jugar juntos sin miedo " dijo Valiente.

Las cabritas, ahora intrigadas, se acercaron. Así, Lobo Lúcido les explicó todo sobre la importancia de cuidar los dientes y mantener una buena higiene. Juntos decidieron armar un club de sonrisas, donde todos aprenderían sobre el autocuidado, y podrán compartir juegos y aventuras.

Desde aquel día, Lobo Lúcido y las siete cabritas se hicieron amigos inseparables. El lobo había aprendido que es importante cuidar de uno mismo para poder disfrutar de la compañía de los demás. Y así, en el bosque, siguieron compartiendo risas, juegos y mucho confeti, pero esta vez, en lugar de disparos, para celebrar la amistad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!