La sonrisa del mar



Había una vez una niña llamada Alma, quien tenía 9 años y el Síndrome de Down.

A pesar de los obstáculos que enfrentaba en su vida diaria, Alma siempre mantenía una sonrisa en su rostro y un espíritu lleno de alegría. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a uno de ellos hablar sobre sus vacaciones en la playa.

Los ojos de Alma se iluminaron al escuchar las maravillas del mar: las olas que rompían en la orilla, la arena entre los dedos de los pies y el sol brillante que calentaba todo a su alrededor. Desde ese momento, Alma no podía dejar de soñar con ir a ver el mar.

Le contó a su mamá sobre su deseo y ella le prometió que encontrarían la manera de hacerlo realidad. Un día soleado, mamá llevó a Alma al centro comunitario donde se encontraban con otros niños con necesidades especiales.

Allí conocieron a Mateo, un voluntario entusiasta que les habló sobre un proyecto especial llamado "El Mar para Todos".

"-¡Hola chicos! ¿Sabían ustedes que hay muchos niños como ustedes que nunca han visto el mar? ¡Pero eso está por cambiar! Estamos organizando un viaje para llevarlos hasta allí!", dijo Mateo emocionado. Alma saltaba de alegría mientras escuchaba atentamente cada palabra. Ella sabía que esta era su oportunidad para cumplir su sueño.

Junto con otros niños del centro comunitario, Alma comenzó a ahorrar dinero vendiendo limonada y galletitas caseras. Cada día después del colegio, se reunían en el parque para preparar los deliciosos productos y venderlos a la comunidad.

Poco a poco, el dinero comenzó a acumularse y Alma estaba cada vez más cerca de su objetivo. Sin embargo, un día recibió una triste noticia: la furgoneta que habían alquilado para el viaje había tenido un accidente y ya no podía ser utilizada.

Alma se sintió desanimada, pero no dejó que eso la detuviera. Junto con Mateo y su mamá, buscaron otras opciones para llegar al mar. Finalmente encontraron un tren que los llevaría hasta allí.

El día del tan esperado viaje llegó y Alma estaba llena de emoción. Subieron al tren junto con los otros niños y partieron hacia su aventura. Durante el trayecto, cantaron canciones, jugaron juegos y compartieron risas.

Cuando finalmente llegaron a la playa, Alma corrió hacia el mar con una sonrisa radiante en su rostro. Se quitó los zapatos y sintió la arena caliente bajo sus pies mientras las olas acariciaban su piel. "-¡Mamá! ¡Es hermoso!", exclamó Alma emocionada.

Todos los niños disfrutaron de un día lleno de diversión en la playa: construyendo castillos de arena, nadando en el mar e incluso jugando al voleyball bajo el sol brillante.

Al atardecer, mientras regresaban en el tren hacia casa, Alma miraba por la ventana recordando cada momento mágico que había vivido ese día. Sabía que este viaje era solo el comienzo de muchas aventuras más por descubrir.

A partir de ese día, Alma se dio cuenta de que no había límites para sus sueños y que con determinación y apoyo podía lograr cualquier cosa. Aprendió que la verdadera belleza está en disfrutar cada pequeño momento de la vida y en nunca dejar de soñar.

Y así, Alma siguió creciendo, enfrentando nuevos desafíos y persiguiendo sus sueños con una sonrisa inquebrantable en su rostro.

FIN.

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