La Sonrisa Infinita


Había una vez un niño llamado Angelo, que tenía 4 años y le costaba mucho controlar sus rabietas. Cuando se enojaba, hacía pataletas y hasta pegaba a veces.

Sus papás deseaban que él entendiera que está bien sentirse molesto, pero que también era importante elegir ser feliz y ver el lado positivo de las cosas. Un día, mientras Angelo jugaba en su habitación, encontró un libro mágico escondido debajo de su cama.

Al abrirlo, una nube de colores salió volando y formó la figura de un hada sonriente. "¡Hola Angelo! Soy el hada de la Felicidad", dijo el hada con una voz suave y melodiosa. "He venido para ayudarte a encontrar la alegría en cada situación".

Angelo miró asombrado al hada y le contó sobre sus rabietas y cómo le costaba controlarse cuando se enojaba. El hada escuchó atentamente y luego le dio una pequeña bolsita llena de polvo brillante.

"Este polvo mágico te ayudará a ver todas las cosas maravillosas que te rodean", explicó el hada. "Cada vez que sientas que vas a enfadarte o hacer una rabieta, solo tienes que echar un poco del polvo sobre ti mismo".

Angelo estaba emocionado por probar aquel polvo mágico. Desde ese momento decidió intentarlo cada vez que sintiera ganas de enojarse o hacer alguna travesura.

Un día, mientras Angelo jugaba con sus amigos en el parque, uno de ellos tomó su juguete favorito sin permiso. En lugar de enfadarse y hacer una rabieta, Angelo se recordó a sí mismo del polvo mágico que tenía en su bolsita.

Rápidamente sacudió un poco sobre su cabeza y, para su sorpresa, comenzó a ver todas las cosas maravillosas que le rodeaban. Vio los árboles altos y frondosos, escuchó el canto de los pájaros y sintió la brisa acariciando su rostro.

En lugar de sentirse triste por el juguete perdido, Angelo decidió unirse al juego de sus amigos y disfrutar del hermoso día en el parque. A medida que pasaba el tiempo, Angelo fue utilizando cada vez menos el polvo mágico.

Aprendió a apreciar las pequeñas cosas que antes no notaba: los abrazos de sus papás, las sonrisas de sus amigos e incluso las tareas diarias como lavarse los dientes o reagarrar sus juguetes. Un día, mientras Angelo dormía plácidamente en su cama, el hada de la Felicidad apareció en sueños para despedirse.

"Has aprendido una valiosa lección sobre la felicidad", dijo con orgullo. "Ahora es momento de confiar en ti mismo y elegir siempre ser feliz".

Al despertar al día siguiente, Angelo se dio cuenta de que ya no necesitaba más el polvo mágico. Había descubierto dentro de sí mismo la capacidad para ser optimista y agradecido con todas las cosas maravillosas y sencillas que le brindaban sus papás.

Desde aquel día, Angelo dejó atrás las rabietas y eligió ser feliz todos los días. Aprendió a ver el lado positivo de las cosas y agradeció por cada momento especial en su vida.

Y así, Angelo se convirtió en un niño lleno de alegría que contagió a todos los que le rodeaban. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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