La Sonrisa Interior de Bruno
Había una vez un payaso llamado Bruno que vivía en el colorido y mágico mundo del circo. Desde muy pequeño, Bruno soñaba con hacer reír a grandes y chicos con sus divertidos trucos y ocurrencias.
Sin embargo, por más que intentaba, no lograba sacar ni una sonrisa de su público. Cada noche, después de cada función, Bruno se sentaba solo en su carpa y se preguntaba qué estaba haciendo mal.
Se sentía triste y desanimado porque todos los demás payasos brillaban en el escenario mientras él pasaba desapercibido. Un día, durante un ensayo general, Bruno decidió hablar con su mejor amigo, Tito el mago.
Tito siempre tenía palabras sabias para darle ánimo a Bruno cuando este lo necesitaba. "Tito, estoy tan triste porque no puedo hacer reír a la gente", le confesó Bruno entre lágrimas.
Tito puso una mano sobre el hombro de su amigo y le dijo: "Bruno, ser payaso no es solo hacer reír a los demás. Es también aprender a reírse de uno mismo". Bruno quedó perplejo ante las palabras de Tito. No entendía cómo podía aprender a reírse si ni siquiera era capaz de hacerlo reír a otros.
Tito continuó: "Bruno, la risa nace desde adentro. Antes de poder hacer reír a los demás, debes aprender a disfrutar cada momento como si fuera un chiste interno". Bruno reflexionó sobre las palabras de su amigo y decidió seguir su consejo.
A partir de ese día, se propuso encontrar la alegría en cada pequeña cosa que hacía. Se reía de sus propias caídas y hacía bromas con los otros payasos del circo.
Poco a poco, Bruno comenzó a notar un cambio en su actitud. Ya no se sentía triste por no hacer reír a los demás, sino que disfrutaba cada momento en el escenario como si fuera el mejor chiste del mundo.
Una noche, durante una función especial para niños enfermos en un hospital, Bruno decidió poner todo su corazón y alma en su actuación.
Aunque estaba nervioso al principio, recordó las palabras de Tito y empezó a reírse de sí mismo mientras realizaba sus acrobacias más torpes. Para sorpresa de Bruno, los niños comenzaron a reír sin parar. Sus risas llenaron la sala y contagiaron al resto del público presente. Bruno había encontrado la clave para hacer reír: ser auténtico y disfrutar cada momento.
Desde ese día, el nombre de Bruno se hizo conocido por todo el país. Su fama como payaso divertido llegó hasta el último rincón.
Pero lo más importante para él era saber que había aprendido una valiosa lección: la risa es contagiosa cuando viene desde adentro.
Y así fue como Bruno dejó atrás su tristeza y encontró la verdadera felicidad siendo él mismo: un payaso auténtico que sabía cómo hacer reír a grandes y chicos con su alegría desbordante. Desde entonces, todos los días eran una fiesta en el circo gracias al increíble talento de Bruno para hacer sonreír hasta al más gruñón de los corazones.
Y así, el circo se convirtió en un lugar lleno de risas y alegría, donde todos aprendieron la lección más importante: ¡reírse es la mejor medicina para el alma!
FIN.