La sonrisa que iluminó el pueblo


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde vivía Martina, una niña de cinco años con una sonrisa tan brillante que iluminaba la mañana de todos los habitantes.

Desde que Martina nació, su sonrisa había sido su sello distintivo, contagiando alegría y felicidad a cada persona que se cruzaba en su camino. Una mañana soleada, Martina decidió salir a pasear por el parque del pueblo.

Mientras caminaba, saludaba a todos con su radiante sonrisa y les deseaba un buen día. Los vecinos se sentían felices al verla y le devolvían la sonrisa, contagiados por su positividad. De repente, Martina escuchó un llanto proveniente de un banco cercano.

Se acercó corriendo y vio a Lucas, un niño triste cuya cometa se había enredado en un árbol y no podía bajarla.

Sin dudarlo un segundo, Martina se acercó a él y le dijo:- ¡Hola! ¿Puedo ayudarte a bajar tu cometa? Lucas levantó la mirada y vio la brillante sonrisa de Martina. Sus ojos se iluminaron al instante y asintió con entusiasmo. Juntos lograron desenredar la cometa y hacerla volar nuevamente en el cielo azul.

- ¡Muchas gracias! -dijo Lucas con una gran sonrisa en el rostro. - De nada, siempre es bueno ayudar a los demás -respondió Martina con dulzura. La noticia sobre la buena acción de Martina se extendió rápidamente por todo el pueblo.

Todos estaban impresionados por la generosidad y amabilidad de la pequeña niña. Desde ese día, muchos niños del pueblo empezaron a imitarla ayudando a los demás y compartiendo sus juguetes. Sin embargo, algo inesperado estaba por ocurrir en Villa Alegre.

Una noche oscura y tormentosa, una fuerte lluvia inundó las calles del pueblo dejando atrapados a varios animales en peligro. Cuando todos parecían estar preocupados sin saber qué hacer para ayudarlos, apareció Martina con su valentía habitual.

- ¡Vamos chicos! Debemos salvar a los animalitos que están atrapados -exclamó Martina con determinación. Con ayuda de sus vecinos, construyeron balsas improvisadas para rescatar a los animales atrapados en las zonas inundadas. Fue una tarea ardua pero llena de solidaridad y trabajo en equipo.

Finalmente, lograron rescatar a todos los animales gracias al liderazgo de Martina y su increíble capacidad para mantenerse positiva incluso en las situaciones más difíciles. Desde aquel día memorable, Villa Alegre nunca volvió a ser la misma.

La bondad de Martina había inspirado a todos los habitantes del pueblo a ser mejores personas y trabajar juntos para hacer del lugar un sitio más feliz y seguro para vivir.

Y así fue como la pequeña niña con una sonrisa luminosa logró iluminar no solo las mañanas sino también los corazones de todas las personas que tuvo el placer de conocer en Villa Alegre.

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