La sorpresa de Calabruxa



Había una vez un niño llamado Manu, que tenía 5 años y le encantaban las calabazas y Halloween.

Desde muy pequeño, Manu se sentía fascinado por la magia de esta festividad y esperaba con ansias el mes de octubre para celebrarlo. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Manu encontró una calabaza abandonada en un rincón. Estaba tan emocionado que decidió llevársela a casa para decorarla y hacerla suya.

Desde ese momento, la calabaza se convirtió en su mejor amiga. Manu pasaba horas jugando con su nueva compañera. Le ponía ojos de botones, una sonrisa dibujada y la llevaba a todas partes. Incluso la nombró —"Calabruxa" , porque creía que tenía poderes mágicos.

Una tarde, mientras Manu estaba en la escuela, Calabruxa desapareció misteriosamente de su habitación. El niño llegó a casa y no pudo encontrarla por ningún lado. Estaba desesperado, pensando en dónde podría haber ido su querida calabaza.

Decidido a encontrarla, Manu comenzó a buscar pistas por toda la casa. Revisó cada rincón hasta que finalmente encontró un pequeño papel debajo de su cama.

En él había un mensaje escrito: "Si quieres encontrar a Calabruxa, sigue las luces brillantes". Sin perder tiempo, Manu siguió las luces brillantes que aparecían frente a él camino al bosque cercano. Mientras caminaba entre los árboles oscuros y misteriosos, su corazón latía con fuerza.

De repente, vio una luz más brillante que las demás y corrió hacia ella. Al llegar al lugar donde provenía la luz, Manu se encontró con un grupo de niños vestidos con trajes de Halloween.

Eran los amigos de Calabruxa, quienes habían organizado una fiesta sorpresa para él. Todos estaban encantados por la pasión de Manu por las calabazas y querían celebrar Halloween juntos. Manu estaba tan emocionado que olvidó por completo su tristeza inicial por la desaparición de Calabruxa.

Se divirtió mucho en la fiesta: tallaron calabazas, se disfrazaron y contaron historias de terror. Fue una noche inolvidable llena de risas y alegría.

Cuando llegó el momento de irse a casa, los amigos le dieron a Manu un regalo muy especial: una nueva calabaza decorada con cariño por cada uno de ellos. Le dijeron que esta calabaza nunca desaparecería porque era un símbolo eterno de su amistad.

Desde ese día, Manu aprendió que las cosas pueden cambiar y desaparecer, pero lo importante es valorar los momentos especiales que compartimos con nuestros seres queridos. Aunque Calabruxa ya no estuviera físicamente junto a él, siempre viviría en su corazón como un recuerdo feliz.

Y así fue como Manu descubrió el verdadero espíritu detrás del Halloween: compartir momentos mágicos con aquellos que amamos y encontrar la alegría en lo inesperado.

Desde entonces, todos los años celebraba Halloween con sus amigos, recordando siempre la noche en que encontró el tesoro más valioso: la amistad.

FIN.

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