La sorpresa de Guillermina


Guillermina estaba muy emocionada por su cumpleaños. Desde temprano, se levantó con una gran sonrisa en su rostro y no podía esperar para celebrar con sus amigos.

Esa mañana, Guillermina se puso manos a la obra junto a su mamá Clarita para preparar la torta de cumpleaños. Juntas mezclaron los ingredientes, batieron la masa y la metieron al horno. Mientras esperaban que estuviera lista, aprovecharon para decorar el salón de fiestas.

Colocaron globos de colores por todos lados y armaron una mesa llena de sorpresitas para los invitados. Guillermina había elegido caramelos, chupetines y chocolates como regalitos porque sabía que eran los dulces favoritos de todos sus amigos.

Cuando llegó la hora del festejo, Guillermina se vistió con un hermoso vestido brillante de arcoíris y flores. Además, se puso unas sandalias luminosas que hacían destellos cada vez que daba un paso. Estaba realmente radiante.

Los invitados comenzaron a llegar uno tras otro: Sofía, Tomás, Lucía y muchos más amigos de Guillermina llenaron el salón con risas y alegría. Todos estaban ansiosos por pasar un día divertido juntos.

La música empezó a sonar y los niños comenzaron a bailar al ritmo de las canciones más populares del momento. Saltaban y reían sin parar mientras disfrutaban de las delicias dulces que habían preparado Clarita y Guillermina. De repente, cuando todos estaban en medio del baile, se escuchó un ruido extraño proveniente de la cocina.

Guillermina y sus amigos se acercaron para ver qué sucedía. Al abrir la puerta, se encontraron con una sorpresa increíble: ¡había aparecido una mascota! Era un cachorrito abandonado que había entrado a la cocina en busca de comida.

Guillermina lo miró con ternura y decidió que no podía dejarlo solo. Así que, sin pensarlo dos veces, le dio un poco de torta y lo llevó al salón.

Los niños quedaron encantados con el nuevo amigo de Guillermina y decidieron llamarlo Arcoíris por su pelaje multicolor. Juntos, jugaron toda la tarde, corrieron por el jardín y se divirtieron como nunca.

Al finalizar la fiesta, cada uno de los invitados recibió una sorpresa especial: una foto junto a Arcoíris para recordar ese día tan especial. Los niños prometieron cuidarlo siempre y ser buenos amigos.

Guillermina aprendió muchas cosas ese día: que compartir es importante, que los animales necesitan amor y cuidado, y sobre todo, que la amistad verdadera puede surgir en los momentos más inesperados. A partir de ese cumpleaños tan especial, Guillermina decidió dedicar parte de su tiempo a ayudar a otros animales abandonados.

Junto a su mamá Clarita comenzaron a colaborar con refugios locales para encontrarles hogares amorosos. Y así fue como el cumpleaños número 11 de Guillermina se convirtió en un punto clave en su vida.

No solo celebró rodeada de amigos y diversión, sino que también descubrió la importancia de hacer el bien y cómo un pequeño gesto puede marcar una gran diferencia.

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