La Sorpresa de la Bandera


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de niños muy traviesos y curiosos que asistían a la Escuela Primaria Nuestra Señora del Rosario.

Todos los días, al comenzar las clases, se llevaba a cabo el acto de honores a la bandera. El maestro, Don Carlos, siempre les explicaba la importancia de respetar y valorar los símbolos patrios.

Les enseñaba que durante los honores debían permanecer en silencio y prestar atención al izamiento de la bandera. Sin embargo, estos niños parecían no entenderlo del todo.

Durante los honores, en lugar de escuchar atentamente las palabras del maestro o cantar el himno nacional con respeto, ellos aprovechaban para platicar entre ellos sobre sus juegos favoritos o contar chistes. Un día, Don Carlos decidió hacer algo diferente para capturar la atención de esos niños inquietos.

Les propuso un desafío: si lograban mantenerse en silencio durante toda la ceremonia de izamiento de la bandera sin hablar ni hacer ruidos innecesarios, les concedería una sorpresa especial. Esa mañana todos estaban emocionados por descubrir cuál sería esa sorpresa tan esperada.

Los niños se sentaron en el patio frente al mástil y observaron cómo Don Carlos iza lentamente la bandera celeste y blanca mientras entonaba el himno nacional con gran solemnidad. Los minutos pasaron y los niños resistieron con todas sus fuerzas las ganas de hablar o reírse entre ellos.

La tentación era grande pero recordaron su deseo por obtener esa sorpresa especial prometida por el maestro. Cuando finalmente terminaron los honores, Don Carlos se acercó a ellos con una sonrisa en su rostro.

-¡Felicitaciones chicos! Han demostrado un gran respeto hacia nuestra bandera y nuestros símbolos patrios. Como premio, les tengo una sorpresa muy especial. Los niños no podían contener su emoción mientras esperaban ansiosamente la revelación de la sorpresa.

Don Carlos sacó de su mochila unos pequeños globos celestes y blancos que simbolizaban los colores de la bandera argentina.

-¡Cada uno de ustedes recibirá un globo para llevarse a casa! Estoy orgulloso del esfuerzo que han hecho en mantenerse en silencio y respetar nuestra bandera durante los honores -dijo el maestro con alegría. Los niños estaban encantados con sus globos y entendieron que el verdadero premio era haber aprendido una valiosa lección sobre el respeto y la importancia de los símbolos patrios.

Desde ese día, cada vez que veían esos globos celestes y blancos, recordaban aquel momento especial y se sentían orgullosos de ser argentinos. A partir de entonces, los niños comprendieron que los honores a la bandera eran momentos sagrados donde debían mostrar respeto y atención.

Aprendieron a valorar la historia y las tradiciones de su país, convirtiéndose en ciudadanos responsables y comprometidos con su comunidad.

Y así, gracias a esa simple pero significativa experiencia, estos niños traviesos se transformaron en jóvenes ejemplares dispuestos a defender siempre sus valores y símbolos patrios, recordando siempre aquel día en el que respetaron su bandera y obtuvieron una sorpresa muy especial. Fin.

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