La sorpresa de la diversidad


En la escuela primaria San Martín, la diversidad era algo muy común. Había niños de distintas culturas, colores de piel y habilidades, lo que hacía que cada día en la escuela fuera emocionante y lleno de aprendizajes.

En el aula de cuarto grado, la maestra Ana les propuso a sus alumnos una tarea muy especial: organizar un festival de la diversidad para celebrar la variedad de culturas y talentos presentes en la escuela.

Los niños estaban emocionados y comenzaron a planificar el festival. -¿Por qué no hacemos una exposición de comidas típicas de diferentes países? propuso Lucas, el niño que había llegado recientemente de México.

-¡Sí! Y también podríamos hacer muestras de bailes y artesanías, sugirió Martina, que tenía raíces africanas. -Podríamos demostrar habilidades que cada uno tiene, como tocar un instrumento o hacer malabares, agregó Tomás, quien era muy habilidoso con un balón de fútbol. Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron manos a la obra.

Trabajaron juntos, respetando las ideas y habilidades de cada uno. El día del festival, la escuela estaba llena de alegría y color.

Los padres, maestros y demás alumnos recorrieron las diferentes muestras y quedaron maravillados con la variedad de culturas y talentos presentes en la escuela. El festival fue todo un éxito y los niños se dieron cuenta de que la diversidad es algo maravilloso que enriquece sus vidas.

Desde ese día, en la escuela San Martín, la diversidad no solo se celebraba en el festival, sino que se valoraba y respetaba en el día a día. Cada niño era único y especial, y juntos formaban un equipo increíble. La diversidad era su mayor fortaleza.

Y así, en la escuela San Martín, la amistad y el respeto se convirtieron en los pilares de su comunidad.

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