La sorpresa de Martín
Había una vez un niño llamado Martín, quien estaba muy emocionado porque iba a celebrar su cumpleaños en la pizzería más famosa de la ciudad.
Sus padres habían organizado una gran fiesta con todos sus amigos y estaban seguros de que sería un día inolvidable. Martín era un fanático de los animatrónicos que solían decorar la pizzería. Siempre se maravillaba al ver cómo cobraban vida mientras cantaban y bailaban.
Pero había algo misterioso sobre uno de ellos: el personaje del conejo Bonnie. La leyenda decía que en el año 1987, durante una fiesta similar a la de Martín, ocurrió un terrible incidente conocido como "la mordida del 87".
Según se contaba, uno de los animatrónicos había atacado a un niño y le había arrancado parte del rostro. Desde entonces, algunos aseguraban que el espíritu del niño rondaba por la pizzería en busca de venganza.
A pesar de las historias escalofriantes, Martín no creía mucho en ellas. Él solo quería disfrutar su cumpleaños rodeado de sus amigos y comer mucha pizza. Sin embargo, cuando llegó a la pizzería junto con sus invitados, notó algo extraño en el aire.
La música comenzó a sonar y los animatrónicos empezaron su show habitual mientras todos disfrutaban sus pizzas. Pero cuando Bonnie apareció en escena, el ambiente cambió por completo.
El conejo lucía diferente: tenía manchas rojas en su pelaje blanco y parecía estar cubierto de sangre. -¡Miren, Bonnie está herido! -exclamó Martín preocupado. Sus amigos también se alarmaron y comenzaron a murmurar entre ellos. De repente, el animatrónico salió del escenario y se acercó a Martín.
-¡Cuidado, Martín! ¡Es peligroso! -gritó uno de sus amigos. Pero en lugar de atacarlo, Bonnie extendió su mano hacia el niño y le mostró un trozo de papel que llevaba pegado en su pata.
Era una nota escrita por los empleados de la pizzería explicando lo que había ocurrido. Resulta que durante la preparación para la fiesta, uno de los trabajadores había tenido un accidente y se había cortado accidentalmente con un cuchillo. La sangre del empleado había manchado el disfraz de Bonnie sin darse cuenta.
Martín respiró aliviado al enterarse de la verdad detrás del aspecto tenebroso del animatrónico. Agradeció a Bonnie por haberle mostrado la nota y decidió compartir esta historia con todos sus amigos para calmar sus temores.
La fiesta continuó con risas y juegos mientras todos disfrutaban juntos. Esa noche, Martín aprendió una valiosa lección sobre no dejarse llevar por las apariencias y siempre buscar la verdad antes de juzgar algo o alguien.
Desde ese día, Martín visitaba regularmente la pizzería junto con sus amigos y seguían disfrutando de las historias divertidas contadas por los animatrónicos.
Y aunque siempre recordaría aquella ocasión especial en su cumpleaños, sabía que era solo eso: una historia pasada que ya no tenía poder sobre él ni sobre nadie más.
FIN.