La sorpresa de Paula

Paula estaba muy emocionada porque iba a visitar a sus abuelos. Hacía mucho tiempo que no los veía y extrañaba sus risas, historias y mimos. Al llegar a la casa de sus abuelos, Paula golpeó la puerta con entusiasmo.

- ¡Abuela, abuelo, soy yo, Paula! - gritó. La puerta se abrió de par en par y los abuelos de Paula salieron corriendo para abrazarla. - ¡Paula, qué sorpresa! ¡Qué alegría verte! - exclamaron los abuelos.

Durante la visita, los abuelos de Paula le mostraron su jardín, lleno de flores de todos los colores. - ¿Sabías que cada flor tiene su propio significado? - le dijo la abuela a Paula. - Por ejemplo, el girasol simboliza la alegría y el amor.

- ¡Qué bonito, abuela! - contestó Paula emocionada. Mientras tanto, el abuelo preparó un delicioso mate y contó historias sobre su juventud. Paula escuchaba atentamente, maravillada por las aventuras de su abuelo. Pero la mayor sorpresa estaba por llegar.

Al caer la noche, los abuelos llevaron a Paula al ático de la casa. Allí, entre cajas y libros antiguos, encontraron un baúl lleno de juguetes y libros de cuentos.

- Este era tu rincón favorito cuando eras pequeña - le dijo la abuela a Paula. Emocionada, Paula rebuscó entre los juguetes y encontró un osito de peluche que solía llevar a todas partes cuando era pequeña. - ¡Qué recuerdos! - dijo Paula con los ojos brillantes.

Los abuelos de Paula le contaron historias sobre su infancia y cómo solían jugar juntos en ese mismo ático. Paula se dio cuenta de lo importante que era la familia y de cuánto amor y cariño recibía de sus abuelos.

Antes de irse a dormir, Paula les dio un gran abrazo a sus abuelos y les dijo: - Gracias por este día tan maravilloso. Los quiero mucho, abuela y abuelo. Los abuelos de Paula sonrieron y le dieron un beso en la frente.

- Nosotros también te queremos mucho, Paula. Siempre serás nuestra niña. Con el corazón rebosante de alegría, Paula se durmió con su osito de peluche entre los brazos, sabiendo que siempre tendría el amor incondicional de sus abuelos.