La sorpresa del oso



En un frondoso bosque donde los árboles bailaban con el viento, vivía un oso llamado Berto. Berto era un oso grande y animal, con una sonrisa siempre en su rostro. Sin embargo, había algo que lo hacía un poco diferente a los demás osos: a él le encantaba hornear. Todos los días, se levantaba muy temprano para preparar su famoso pastel de miel.

Un día, mientras horneaba, Berto decidió que quería hacer algo especial para sus amigos del bosque. "Voy a hacer un picnic y sorprender a todos con mi pastel de miel", se dijo emocionado.

Berto se puso a organizar todo. Hizo una lista de los amigos a invitar: la ardilla Lila, el ciervo Ramón, la tortuga Tula y la rana Tino. "¡Va a ser una sorpresa increíble!", pensó.

Cada día, Berto se preparaba para el picnic, pero no podía evitar sentir un poco de nervios. ¿Y si a sus amigos no les gustaba el pastel? Decidió entonces preguntarles a unos pájaros que pasaban volando. "¡Hola, chicos! ¿Les gustaría venir a un picnic este fin de semana?"

"¡Claro, Berto! ¡Nos encantaría!", respondió el loro.

Pero Berto no le dijo a nadie sobre el pastel, quería que fuera una sorpresa. El día del picnic, se levantó temprano y salió a recolectar flores para decorar su mesa improvisada. Cuando llegó al claro, ya había preparado todo: manteles de hojas, una canasta llena de frutas frescas y, por supuesto, el pastel de miel.

A medida que sus amigos llegaban, la emoción crecía. "¡Hola, Berto! ¿Qué has preparado para hoy?", preguntó Lila con curiosidad.

"Es una sorpresa, pero creo que les va a encantar", respondió el oso, sonriendo de oreja a oreja.

Mientras conversaban y se reían, una nube oscura apareció de repente en el cielo. Todos miraron preocupados. "¿Qué va a pasar si llueve?" preguntó Tula con su voz pausada.

Berto sintió un cosquilleo en la panza. "No se preocupen, si llueve, nos refugiamos bajo los árboles", sugirió, intentando mantener el ánimo.

Justo cuando se sentaron a disfrutar de la comida, comenzó a llover. Pero, en lugar de asustarse, los amigos se miraron y decidieron divertirse. "¡Danza de lluvia!", gritó Tino, saltando en los charcos. Todos lo siguieron, riendo y saltando, olvidando que el picnic había sido interrumpido. Berto incluso se unió a la diversión y, al ver esto, se sintió más aliviado.

Una vez que la lluvia se calmó, el sol volvió a brillar, creando un hermoso arcoíris en el cielo. En ese momento, Berto decidió que era el momento de la gran sorpresa. "Ahora que el sol ha vuelto, les voy a mostrar el pastel", dijo nervioso. Levantó la tapa de la canasta y se vio el hermoso pastel de miel, brilla y dorado.

"¡Wow!", exclamó Ramón. "Se ve delicioso, Berto!"

Berto ofreció a cada uno un pedazo. "Espero que les guste", dijo con voz temblorosa. Todos tomaron un bocado, y sus ojos se iluminaron de sorpresa.

"¡Esto es increíble!", gritó Lila. "Nunca había probado algo tan rico".

Todos se unieron para elogiar a Berto por su maravilloso esfuerzo. "No sólo fue un picnic, sino que fue una experiencia divertida, aún cuando llovió", dijo Tula.

Berto se sintió muy feliz al saber que sus amigos disfrutaron de su sorpresa. "Lo más importante es que estamos juntos y nos divertimos", comentó.

Desde entonces, Berto aprendió que a veces las sorpresas no salen como uno las planea, pero lo que realmente cuenta es la alegría compartida con los seres queridos. Así, el picnic se convirtió en una hermosa tradición que repetirían cada mes, independientemente del clima.

Y así, el bosque se llenó de risas, bailes en charcos y, por supuesto, muchos pasteles de miel preparados por Berto, el oso pastelero del bosque.

FIN.

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