La suerte de Martha


Martha estaba emocionada porque iba a acompañar a su papá al mercado. Era un día soleado y perfecto para hacer compras. Juntos caminaron por los pasillos del mercado, llenos de coloridas frutas frescas, verduras crujientes y dulces tentaciones.

Mientras buscaban los ingredientes para preparar una deliciosa cena, Martha vio algo que llamó su atención. ¡Era su primo Juan! No lo veía desde hace mucho tiempo y se alegró mucho de encontrarse con él allí.

-¡Juan! ¡Qué sorpresa verte aquí! -exclamó Martha emocionada mientras corría hacia él. -Jajaja, hola Martha, también me alegra verte. Estoy aquí con mi mamá comprando unas cosas para el almuerzo -respondió Juan con una sonrisa en el rostro.

Los tres continuaron recorriendo el mercado juntos, riendo y charlando animadamente. Mientras tanto, Martha notó que había mucha gente haciendo cola en un puesto de juguetes cerca de ellos.

-Papá, ¿podemos ir a ver qué está pasando allí? -preguntó curiosa Martha señalando la multitud. -Seguro hija, vamos a averiguarlo -respondió su papá intrigado también por lo que ocurría. Cuando llegaron al puesto de juguetes, descubrieron que estaban celebrando un sorteo especial.

El dueño del negocio estaba regalando un gran peluche entre todos aquellos que realizaran una compra ese día. La emoción se podía respirar en el aire mientras las personas esperaban ansiosas ser elegidas como ganadoras. Martha miraba fijamente el enorme peluche con ojos brillantes.

Le encantaría tenerlo, pero sabía que no podían permitirse comprar algo solo para participar en el sorteo. -¿Puedo intentarlo, papá? -preguntó Martha tímidamente. El papá de Martha la miró y pudo ver la ilusión en sus ojos.

Sabía lo mucho que le gustaba ese peluche, así que decidió darle una oportunidad. -Claro hija, puedes comprar algo pequeño y probar suerte -dijo su papá sonriendo. Martha eligió un paquete de crayones y se acercó al mostrador para realizar su compra.

Con nerviosismo, esperó a que el dueño del puesto hiciera el sorteo. Todos los ojos estaban puestos en él mientras sacaba una boleta del bolso lleno de nombres. -Y el ganador es... ¡Martha! -exclamó el dueño emocionado. Martha no podía creerlo.

Había ganado el gran peluche. Sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría mientras abrazaba a su nuevo amigo de felpa. -Juan, ¿puedes creerlo? ¡Gané! -dijo Martha saltando emocionada.

Juan también estaba muy feliz por ella y aplaudió emocionado junto con todos los demás presentes. Era un momento especial para Martha y había aprendido una valiosa lección: a veces, tomar riesgos puede llevarnos a grandes recompensas.

Con su nuevo peluche bajo el brazo, Martha y su papá continuaron comprando lo necesario para la cena. El día había sido lleno de sorpresas y diversión gracias a ese encuentro casual con Juan en el mercado.

Al llegar a casa, Martha colocó su peluche en un lugar especial en su habitación. Cada vez que lo veía, recordaba la emoción de ganar y cómo una pequeña oportunidad había hecho que ese día fuera aún más especial.

Desde entonces, Martha se animó a tomar más riesgos y a aprovechar cada oportunidad que se le presentara en la vida. Y así, con una sonrisa en el rostro y llena de esperanza, Martha continuó creciendo y aprendiendo nuevas lecciones junto a su adorado peluche.

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