La Suplente Lorena



Era una mañana soleada en la escuela primaria "Arcoíris". Los chicos de segundo grado estaban un poco nerviosos porque su maestra habitual, la señorita Rosa, tenía que ausentarse por unos días. En su lugar, llegaría una suplente, una gran incógnita para todos. Los rumores corrían entre los alumnos. Algunos decían que las suplentes eran muy estrictas, otros que eran aburridas. Pero nadie sabía qué pensar realmente de Lorena.

Cuando finalmente llegó el momento, todos los chicos se acomodaron en sus asientos, murmurando entre ellos. La puerta se abrió y entró una maestra con una gran sonrisa y un bolso lleno de sorpresas. Era Lorena.

"¡Hola, chicos! Soy Lorena, su nueva suplente. Hoy vamos a aprender y divertirnos juntos."

"¡Hola, Lorena!" gritaron los niños, algo dudosos pero intrigados.

Lorena no era una suplente cualquiera. En vez de comenzar con matemáticas, decidió hacer una actividad creativa. Les propuso hacer un mural colectivo.

"Vamos a unir nuestra imaginación y crear algo juntos. Cada uno puede aportar lo que quiera. ¿Qué les parece?"

"¡Súper!" dijeron los chicos, entusiasmados.

Los pequeños comenzaron a dibujar, pintar y contar historias. Con Lorena guía, la actividad pronto se convirtió en una explosión de colores y risas. Sin embargo, no todo iba a ser fácil. Pasada la primera semana, algunos alumnos comenzaron a notar que su compañera, la pequeña Clara, se sentía un poco desanimada porque no sabía cómo dibujar bien.

"¿Por qué no haces tu dibujo, Clara?" le preguntó un niño.

"Porque nunca me sale bien y no me gusta."

Lorena se percató de la situación y decidió intervenir.

"Clara, ¿sabías que no importa si tu dibujo no es perfecto? Lo importante es que te diviertas y expreses lo que sientes. ¿Te gustaría que dibujemos juntas?"

"¿De verdad?" preguntó Clara, sorprendida.

Así, Lorena le mostró a Clara cómo expresar sus ideas en el papel, sin preocuparse por lo que dirán los demás. Con cada trazo, Clara se fue sintiendo más segura y se unió a sus compañeros, quienes la alentaron de corazón.

La segunda semana comenzó y los alumnos estaban listos para hacer un espectáculo. Decidieron organizar un teatro de marionetas usando los muñecos que habían creado. Todos estaban muy emocionados, pero se dieron cuenta de que les faltaba una historia.

"¿Qué vamos a contar?" preguntó Juan.

"Podríamos hacer una historia sobre la amistad," sugirió Almita.

"O sobre un dragón que quiere ser amigo de todos" agregó nuevamente Lorena.

El grupo se iluminó con la idea de Lorena y comenzaron a trabajar en los guiones. Sin embargo, mientras ensayaban, una confusión surgió y dos personajes se pelearon en la historia.

"¡No quiero ser el dragón malo!" gritó Miguel.

"¡Yo quiero ser el héroe!"

La tensión aumentaba hasta que Lorena, con calma, decidió intervenir.

"Chicos, ¿por qué no hacemos que el dragón en realidad no sea malo? Tal vez solo está asustado y quiere ser amigo."

"¡Sí!" exclamaron todos al unísono, contentos de que la historia tomara un nuevo rumbo.

El día del espectáculo llegó, y los padres acudieron entusiasmados. Los chicos estaban nerviosos, pero Lorena los incentivó a dar lo mejor de sí. Al final, el mural fue el telón de fondo del espectáculo, un reflejo de su trabajo en equipo.

"¡Bravo, chicos! ¡Estuvo espectacular!" aplaudieron los padres mientras los niños sonreían felices. Clara, que antes dudaba de sí misma, fue la que más brilló en el escenario.

"Gracias, Lorena, por ayudarnos a ser nosotros mismos," le dijo con una sonrisa.

"¡Siempre que se apoyen entre ustedes, podrán lograr muchísimas cosas!" respondió ella con cariño.

La experiencia con Lorena dejó una huella en todos los alumnos. Aprendieron que juntos, podían superar obstáculos, apoyarse entre sí y que el valor de la amistad y la creatividad son mucho más importantes que ser perfectos.

Y así, Lorena, la suplente buena que llegó temporariamente, se convirtió en una maestra inolvidable, enseñando a todos que lo verdaderamente esencial nunca se olvida, y que, a veces, las mejores lecciones provienen de lo inesperado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!