La tarde mágica de Manuela Ávila Hada



Manuela Ávila era una hada muy especial. A diferencia de las demás hadas, ella tenía el cabello de un brillante colorín que resplandecía bajo la luz del sol.

Vivía en un hermoso bosque encantado junto a su familia, quienes la querían con todo su corazón. Un viernes por la tarde, después de salir del colegio, Manuela estaba muy emocionada porque se acercaba el fin de semana y eso significaba pasar tiempo con su familia y amigos.

Mientras volaba de regreso a casa, pensaba en todas las divertidas aventuras que podrían tener juntos. Al llegar al bosque encantado, Manuela encontró a sus padres preparando una gran merienda al aire libre.

Había cupcakes decorados con chispas de colores, jugos naturales y frutas frescas. Sus hermanitos corrían por el prado riendo y jugando felices. "¡Hola Manuela! ¡Qué bueno que llegaste!" -dijo su mamá con una sonrisa-.

"Hemos preparado una merienda especial para celebrar el fin de semana. "Manuela se sintió muy feliz y agradecida por tener una familia tan cariñosa. Se sentaron todos juntos en círculo y compartieron anécdotas del día mientras disfrutaban de la deliciosa merienda.

De repente, escucharon risas provenientes del otro lado del prado. Eran los compañeritos de colegio de Manuela que habían decidido hacerle una visita sorpresa. "¡Hola Manuela! ¡Qué lindo tu cabello colorín!" -exclamó Martina, una hadita traviesa con alas rosadas.

Manuela se ruborizó levemente pero agradeció el cumplido con una sonrisa. Estaba contenta de ver a sus amigos y amigas fuera del colegio. Juntos jugaron a las escondidas, saltaron sobre las hojas secas y contaron historias alrededor de la fogata que encendieron al caer la noche.

La risa y la alegría llenaban el bosque encantado mientras los pequeños seres mágicos disfrutaban de la compañía unos de otros. Sin embargo, algo inesperado sucedió cuando comenzaron a escuchar ruidos extraños provenientes del interior del bosque.

Todos se pusieron nerviosos e inquietos ante lo desconocido que se aproximaba hacia ellos. De entre los árboles emergió un enorme oso pardo que parecía perdido y asustado.

Los pequeños seres mágicos no sabían qué hacer frente a semejante peligro hasta que Manuela decidió actuar valientemente. Con paso firme y voz calmada, se acercó al oso pardo demostrándole amabilidad y comprensión.

Le explicó que estaban teniendo un encuentro amistoso en el bosque encantado y que él también era bienvenido si así lo deseaba. El oso pardo miró a Manuela fijamente durante unos segundos antes de asentir lentamente con la cabeza. Poco a poco fue relajando su postura amenazante hasta convertirse en un animal manso y curioso.

Todos los presentes quedaron maravillados por la valentía y bondad mostrada por Manuela hacia el oso pardo. Comprendieron entonces que no importaba cuán diferentes fueran entre sí; siempre había espacio para la amistad y el entendimiento mutuo en aquel lugar mágico.

La noche continuó con juegos divertidos alrededor de la fogata mientras el oso pardo se sumaba alegremente a las actividades junto a sus nuevos amigos haditas y duendes.

Al finalizar aquella velada inolvidable, todos se despidieron prometiendo volver a reunirse pronto para seguir compartiendo momentos especiales juntos en el bosque encantado donde vivía Manuela Ávila Hada colorín.

FIN.

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