La Tarde Primaveral de las Maestras Digitales



Era una tarde primaveral en el barrio de Las Flores. Los colores vibrantes de las flores adornaban cada rincón y el sol iluminaba los rostros de los niños que corrían por el parque. En la escuela del barrio, un grupo de maestras comunitarias se había reunido para enseñar a los más pequeños sobre la ciudadanía digital.

- “Hola, chicos, ¿están listos para aprender algo nuevo hoy? ” - preguntó Sofía, una maestra entusiasta con una gran sonrisa.

- “¡Sí! ” - gritaron todos al unísono, con los ojos llenos de curiosidad.

Las maestras, Sofía, Valeria y Carla, decidieron realizar una actividad especial. Llenaron el aula con computadoras portátiles y tabletas, listas para explorar el mundo digital. Pero, antes de comenzar, Valeria les explicó:

- “Hoy vamos a hablar sobre cómo ser buenos ciudadanos en internet. ¿Alguien sabe qué significa eso? ”

Los niños se miraron unos a otros, tratando de encontrar una respuesta.

- “¿No hacer cosas malas? ” - sugirió Lucas, un niño de seis años.

- “Exactamente, Lucas. Ser un buen ciudadano digital significa ser respetuoso, amable y cuidadoso cuando usamos la tecnología.” - respondió Valeria.

Entonces, las maestras propusieron un juego. Dividieron a los niños en grupos y les dieron tarjetas con situaciones que podrían encontrar en internet.

- “Si ven un mensaje grosero, ¿qué harían? ” - preguntó Carla mientras mostraba una tarjeta.

- “Lo ignoramos y le contamos a un adulto.” - afirmó Abril, una pequeña con trenzas.

- “¡Correcto! Y si ven algo que les parece sospechoso, ¿qué harían? ” - agregó Sofía.

- “No hacer clic y avisar.” - respondió Tomás con decisión.

Las maestras sonrieron. Las respuestas de los niños fueron muy acertadas. Sin embargo, de repente, un giro inesperado sucedió. Justo cuando estaban a punto de cerrar la clase, un grupo de niños mayores entró al aula riéndose y empujándose unos a otros.

- “¡Eh, ustedes! ¿qué están haciendo aquí? ” - preguntó Valeria, con una mezcla de sorpresa y preocupación.

- “Vinimos a ver qué hacen esos nenes con las computadoras. ¡Es un juego divertido! ” - dijo uno de los chicos mayores, algo arrogante.

Sofía dio un paso al frente y, en lugar de enojarse, les dijo:

- “Es un juego, pero también es muy importante lo que estamos aprendiendo. ¿Quieren sumarse a nuestra charla sobre ciudadanía digital? ”

Los niños mayores se miraron, sorprendidos ante la invitación.

- “¿En serio? ¿Podemos aprender a ser ciudadanos digitales también? ” - preguntó uno de los chicos, ahora más interesado.

- “Por supuesto. ¡Cuantos más seamos mejor! ” - respondió Sofía emocionada.

Los niños mayores se unieron al grupo, y tras escuchar las enseñanzas sobre el respeto en línea, comenzaron a compartir sus experiencias. Uno de ellos, Mateo, contó cómo había pasado por una situación difícil en la que alguien había compartido rumores sobre él en las redes.

- “No sabía qué hacer y me sentí muy mal. Pero al final, le conté a un adulto y eso me ayudó mucho.” - compartió Mateo, con la voz más seria.

Las maestras asintieron y utilizaron la historia de Mateo como ejemplo de lo importante que era hablar sobre problemas en línea.

- “Hoy aprendimos que ser ciudadanos digitales responsables implica compartir nuestras experiencias y apoyarnos entre todos.” - dijo Valeria.

La tarde seguía hermosa, con el sol brillando fuerte por la ventana. Los niños, tanto los pequeños como los mayores, se sentían parte de una comunidad. Al finalizar la clase, Sofía tuvo una brillante idea.

- “¿Qué tal si hacemos un mural en la escuela sobre lo que aprendimos? Podríamos incluir dibujos y mensajes sobre ser buenos ciudadanos digitales.”

Los ojos de los niños brillaron, emocionados por la idea.

- “¡Sí, hagámoslo! ” - gritaron en coro.

Y así fue como esa tarde primaveral se transformó en un hermoso recuerdo para los niños del barrio, quienes aprendieron no solo sobre las computadoras, sino también sobre la importancia de ser amables y respetuosos, tanto en el mundo digital como en su vida cotidiana. El mural que crearon juntos llenó de color la escuela y les sirvió de recordatorio de que ser un ciudadano digital responsable era una aventura que valía la pena vivir.

FIN.

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