La telaraña de la amistad
Había una vez en una selva muy lejana, un grupo de animales que vivían tranquilos y felices. Entre ellos se encontraba Norma, una arañita muy curiosa y aventurera.
A pesar de ser pequeña, siempre estaba dispuesta a explorar nuevos lugares. Un día, mientras buscaba agua para beber, Norma se adentró en la parte más peligrosa de la selva. Allí habitaban animales feroces como leones, tigres y serpientes venenosas.
Pero ella no tenía miedo y continuó su búsqueda sin imaginar los problemas que le esperaban. De repente, Norma vio un hermoso río cristalino al final del camino. Estaba tan emocionada que corrió hacia él sin darse cuenta de que había quedado atrapada en una telaraña gigante.
La dueña de esa telaraña era Martina, la araña más grande y temida de toda la selva. Martina estaba furiosa por encontrar a otra araña en su territorio y decidió enseñarle una lección a Norma.
Se acercó lentamente con sus ocho patitas levantadas y dijo: "¡Pequeña intrusa! ¿Qué haces aquí? Te voy a devorar". Norma temblaba de miedo pero decidió enfrentar el problema con valentía: "-Lo siento mucho si invadí tu territorio sin darme cuenta, Martina.
No quería causarte problemas". Martina se detuvo por un momento sorprendida ante las palabras amables de Norma: "-Nunca nadie me ha hablado así antes", respondió Martina intrigada. Norma aprovechó ese instante de distracción para liberarse de la telaraña.
Con habilidad, se deslizó por las hebras pegajosas y saltó hacia el río. Martina, impresionada por la valentía y amabilidad de Norma, decidió no atacarla. En cambio, le dijo: "-Está bien, pequeña arañita. Te daré una oportunidad de escapar.
Pero recuerda que esta selva es peligrosa y necesitarás mucho cuidado para sobrevivir". Norma agradeció a Martina con un gesto amistoso y siguió su camino hacia el río.
Mientras bebía agua fresca y cristalina, pensaba en lo importante que era ser respetuoso con los demás habitantes de la selva. A partir de ese día, Norma aprendió a no meterse en problemas innecesarios y a respetar el territorio de los demás animales.
Se hizo amiga de muchos habitantes de la selva quienes le enseñaron sobre plantas venenosas y peligros ocultos. Con el tiempo, Norma se convirtió en una gran consejera para los animales más jóvenes de la selva.
Les contaba su experiencia con Martina y les recordaba lo importante que era tratar a los demás con respeto y amabilidad. Y así fue como Norma pasó de ser una arañita aventurera a convertirse en un ejemplo para todos los animales de la selva.
Aprendieron que siempre es mejor resolver conflictos sin violencia y que ser amable puede abrir puertas inesperadas.
Desde aquel día, todos vivieron en armonía gracias al valiente espíritu explorador de Norma, la araña que supo enfrentar sus miedos y convertirlos en enseñanzas valiosas para todos.
FIN.