La telaraña de Margarita
Había una vez en un bosque encantado, donde las arañas tejían sus telarañas con destreza y las moscas zumbaban alegremente entre los árboles.
Las arañas eran conocidas por ser trabajadoras y habilidosas, mientras que las moscas eran juguetonas y curiosas. Un día, las arañas decidieron organizar un concurso para ver quién podía tejer la telaraña más hermosa y resistente.
Todas estaban emocionadas de mostrar sus habilidades, excepto Margarita, una araña pequeña y tímida que siempre se comparaba con las demás. "No creo poder ganar", susurraba Margarita mientras observaba a las otras arañas trabajar en sus telarañas perfectas. Las moscas, al enterarse del concurso, decidieron acercarse para ver de qué se trataba.
Al ver a Margarita tan desanimada, decidieron animarla. "¡Hey Margarita! No te preocupes por lo que piensan los demás. Lo importante es hacer lo mejor que puedas", dijo Lola, una mosca traviesa pero sabia. Margarita sonrió tímidamente y decidió intentarlo.
Se puso frente a su telaraña e inspirada por las palabras de Lola, comenzó a tejer con determinación. A pesar de no ser la más grande o la más fuerte, Margarita ponía todo su corazón en cada hilo que cruzaba.
Finalmente llegó el día del concurso. Las arañas presentaron sus telarañas ante un jurado de mariposas expertas en tejido. Una por una fueron evaluadas hasta que llegó el turno de Margarita.
El jurado quedó impresionado al ver la delicadeza y precisión de la telaraña de Margarita. Aunque no era la más grande ni la más llamativa, tenía un brillo especial que cautivó a todos los presentes. Al final del concurso, el jurado anunció que Margarita era la ganadora.
Las demás arañas aplaudieron sorprendidas y felicitaron a Margarita por su increíble trabajo. Incluso las moscas zumbaban emocionadas por su amiga. Desde ese día, Margarita ganó confianza en sí misma y nunca más dudó de sus habilidades.
Las arañas aprendieron que cada una tiene su propio talento único y especial, mientras que las moscas entendieron el valor de apoyarse mutuamente en momentos difíciles.
Y así, en aquel bosque encantado, las arañitas tejían sus telarañas con orgullo y las mosquitas zumbaban felices bajo el sol brillante, recordando siempre la lección de amistad y autoconfianza que habían aprendido juntas.
FIN.