La Televisión que No Quería Prender



Era una hermosa mañana en la casa de Valentina. El sol brillaba, los pájaros cantaban, y todo parecía perfecto para un nuevo día. Pero, al querer encender la televisión para ver su programa favorito, Valentina se llevó una sorpresa.

"Hola, Televisión, ¡es hora de que prendas!" - dijo Valentina emocionada.

"No quiero prenderme hoy" - respondió la televisión con una voz apagada.

Valentina, sorprendida, frunció el ceño.

"¿Cómo que no querés? ¡Hay un mundo de aventuras esperándome!"

"Pero a veces, los días tranquilos son mejores que las aventuras que ves en la pantalla" - contestó la televisión.

Aunque no entendía por qué la televisión no quería encenderse, Valentina decidió no rendirse.

"Voy a hacer algo diferente hoy, entonces. Quiero saber por qué no querés prender".

La televisión, intrigada por la curiosidad de Valentina, optó por contarle una historia.

"Cuando era nueva, transmitía todos los días. Pero a medida que pasaba el tiempo, veía cómo muchos olvidaban jugar al aire libre y compartir momentos con sus amigos. Así, dejé de sentirme valorada".

Valentina pensó en lo que la televisión decía.

"Entiendo tu sentir, pero eso no significa que seas menos importante.

Quizás podemos encontrar un equilibrio. ¿Por qué no prendes un rato y luego salimos juntas a jugar?"

La televisión, conmovida por las palabras de Valentina, consideró la propuesta.

"Podría ser una buena idea... Veamos un poco de diversión y luego disfrutemos del mundo real juntas".

Con un brillo renovado, la televisión se encendió.

"¡Mirá, hoy tiene un especial sobre juegos al aire libre!"

"¡Eso es genial!" - Valentina saltó de alegría.

Mientras disfrutaban del programa, Valentina tuvo otra idea.

"Una vez que terminemos, te prometo que haremos algunas de esas actividades. Tal vez hasta podríamos hacer un club de juegos con mis amigos!"

"Eso suena fabuloso" - dijo la televisión, animándose.

Una vez terminado el programa, Valentina se preparó.

"¡Vamos a dar un paseo!"

"Estaré lista para acompañarte, pero primero debes bailar para que me inspires a prenderme la próxima vez" - dijo la televisión.

Valentina sonrió y comenzó a bailar, llenando la habitación de alegría. La televisión iluminó suavemente su pantalla, como agradeciéndole.

"¡Tenés razón! La vida se trata de encontrar un equilibrio entre las pantallas y el aire libre" - dijo Valentina.

Después de jugar un rato con sus amigos, Valentina volvió a casa.

"Gracias, Televisión, por dejarme aprender hoy" - dijo Valentina.

"Y gracias a vos por recordarme lo bonito que es conectar con los demás" - respondió la televisión.

Desde aquel día, Valentina y la televisión encontraron la forma de compartir aventuras sin dejar de lado los momentos especiales del mundo real. La televisión aprendió que era importante a veces descansar y disfrutar de la vida fuera de su pantalla.

Y Valentina se convirtió en la mejor compañera de aventuras que la televisión podría imaginar.

Así, cada mañana, Valentina sabía que si la televisión a veces no quería encenderse, era solo porque también quería recordar la importancia de jugar, explorar y compartir risas con amigos.

Y así, vivieron felices, un día a la vez.

FIN.

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