La Tiara Mágica de Eithan



En una pequeña villa de España, en el año 1988, vivía una niña llamada Daiana. Tenía una curiosidad inmensa y un corazón lleno de sueños. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró una antigua tiara brillante.

"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó Daiana entusiasmada, sosteniendo la tiara con sus manos.

Su abuela, Ámbar, se acercó con una sonrisa. "Ah, querida, esa tiara perteneció a una antigua princesa, se dice que tiene poderes mágicos. Pero es sólo un cuento... Mmm. Tal vez, deberías cuidarla como un tesoro."

Daiana la miró con gran interés. "¿Poderes mágicos? ¿Cómo cuáles?"

"Se dice que puede hacer que los sueños se hagan realidad, pero solo si se usa con un corazón puro y buenos deseos."

Intrigada, Daiana decidió usar la tiara y, con un deseo sincero, pidió un mundo lleno de aventuras y amistad. De repente, la tiara comenzó a brillar y fue rodeada por destellos de luz.

"¿Qué está pasando?" - gritó asustada mientras una puerta mágica se abría ante ella.

Sin pensarlo dos veces, Daiana cruzó el umbral y se encontró en un bosque encantado. Los árboles eran altos y sus hojas brillaban como si estuvieran hechos de esmeraldas. Frente a ella, apareció un pequeño dragón, de color azul profundo.

"Hola, soy Eithan, el guardián de este bosque. He estado esperando tu llegada."

"¿Yo? ¿Por qué?" - preguntó Daiana, asombrada.

"La tiara que llevás tiene un poder especial. Te ha traído aquí para que puedas ayudar con un problema que tenemos. Hay un monstruo que está asustando a los habitantes del bosque, y todos están demasiado asustados para salir."

Daiana se sintió valiente y decidió ayudar. "¿Dónde está ese monstruo?"

Eithan le mostró el camino y, tras atravesar frondosos arbustos y flores que parecían hablar, llegaron a una cueva oscura. Dentro, un gran monstruo de pelaje verde estaba sentado, con mirada triste y ojos llenos de lágrimas.

"¿Por qué lloras?" - le preguntó Daiana, sintiéndose un poco nerviosa pero decidida.

El monstruo se secó las lágrimas con su pata. "Todos me tienen miedo, pero solo quiero un amigo. He estado solo por mucho tiempo..."

Daiana, aunque asustada, sintió una profunda empatía. "No tienes que estar solo. Siempre hay alguien que podría ser tu amigo. ¿Qué tal si jugamos?"

Los ojos del monstruo se iluminaron. "¿De verdad lo harías?"

"¡Sí!" - respondió decidida.

Eithan sonrió, viendo cómo un nuevo lazo de amistad comenzaba a formarse.

Daiana, el dragón Eithan y el monstruo jugaron durante horas. Con cada juego, los habitantes del bosque comenzaron a salir, intrigados por los risas que se escuchaban.

"¡Mirá! Esos son los nuevos amigos!" - gritó una ardilla saltando de alegría.

El monstruo, para su sorpresa, no asustó a nadie. Solo quería jugar.

Finalmente, Daiana se despidió, pero no sin antes prometer que volvería a visitar el bosque.

Regresó a su hogar con la tiara, sintiendo que su deseo no solo se había hecho realidad, sino que había creado un verdadero cambio: amistades y un lugar donde la diversión y la alegría reinaban.

Al contarle a su abuela lo que había vivido, Ámbar la abrazó fuerte. "Nunca olvides que con un corazón puro, podés hacer grandes cosas, Daiana."

Y así, cada vez que Daiana quería una nueva aventura, sabía que tenía la tiara mágica que la acompañaría, y que la verdadera magia estaba en ayudar a los demás y hacer amigos.

A partir de aquel día, el bosque se llenó de risas y juegos, y Daiana aprendió que la amistad es la aventura más grande de todas.

FIN.

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