La tienda de Ana Amélia



Ana Amélia era una niña muy especial. A pesar de ser la más pequeña de su familia, siempre tenía grandes ideas y sueños que quería hacer realidad.

Vivía en una ciudad grande y llena de gente, pero ella siempre encontraba la manera de destacar. Un día, mientras caminaba por las calles de su barrio, Ana Amélia vio a un grupo de niños jugando en el parque.

Se acercó a ellos con una sonrisa y les preguntó si podía unirse al juego. "Hola chicos, ¿puedo jugar con ustedes?"- dijo Ana Amélia. Los niños se miraron unos a otros y luego se encogieron de hombros. No parecían muy emocionados por tenerla allí.

"Creo que eres demasiado pequeña para este juego" -dijo uno de los niños. Ana Amélia se sintió triste cuando escuchó eso, pero no dejó que eso la detuviera.

Decidió que iba a encontrar algo que pudiera hacer para ayudar a los demás en su comunidad. Comenzó a pensar en diferentes formas de hacerlo: tal vez podría organizar un evento benéfico o recaudar fondos para alguna causa importante.

Finalmente decidió crear algo nuevo e innovador: ¡su propia tienda! Con la ayuda de sus hermanos mayores, construyeron una pequeña casita en el jardín trasero donde ella podría vender cosas hechas por ella misma. Hizo pulseras tejidas con cuentas brillantes, collares hechos con botones coloridos y diademas decoradas con flores secas.

La tienda fue todo un éxito; pronto todos los niños del vecindario querían comprar algo de ella. Ana Amélia se sintió muy orgullosa de sí misma por haber creado algo que no solo la hacía feliz, sino que también ayudaba a los demás.

Sin embargo, un día sucedió algo inesperado: un fuerte viento sopló y derribó la casita de la tienda.

Ana Amélia estaba devastada; todo el trabajo duro que había hecho para construir su pequeña empresa parecía haberse ido en un instante. Pero sus hermanos mayores le recordaron lo valiente y creativa que era, y juntos encontraron una solución: armaron una carpa en el jardín trasero para reemplazar la casita.

Y así, Ana Amélia pudo seguir vendiendo sus creaciones alegres a todos los niños del vecindario. La historia de Ana Amélia es una inspiración para todos nosotros.

Nos recuerda que no importa cuán pequeños o jóvenes seamos, siempre podemos hacer grandes cosas si tenemos el coraje y la determinación suficientes. Además, nos enseña sobre el valor del trabajo en equipo y cómo incluso las dificultades pueden ser superadas con creatividad e ingenio.

FIN.

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