La Tierra de los Sueños



Era una tarde soleada en un pequeño pueblo, y Luna, una niña curiosa con grandes ojos brillantes, estaba sentada en el regazo de su abuela, escuchando atentamente una de las historias que más amaba.

"Abuela, contame de nuevo sobre la Tierra de los Sueños" - pidió Luna con emoción.

"¡Ah, la Tierra de los Sueños!" - sonrió su abuela "Es un lugar mágico donde todos los niños tienen un tesoro especial: sus derechos. Cada niño tiene derecho a jugar, aprender y soñar. Pero, Luna, hay que tener cuidado, porque esos derechos no siempre son fáciles de defender."

Luna se quedó pensativa, imaginando un mundo lleno de colores donde todos los niños eran felices.

"¿Y cómo puedo ir allí, abuela?" - preguntó con entusiasmo.

"Para llegar, tenés que creer en ti misma y seguir el camino de las estrellas. Ellas te guiarán" - explicó su abuela.

Esa noche, Luna se acomodó en su cama, cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas viajar a la Tierra de los Sueños. De repente, se sintió ligera, como si estuviera flotando.

Al abrir los ojos, se encontró en un lugar maravilloso. Había nubes de caramelo, árboles de chocolate y todos los niños del mundo jugando juntos.

"¿Dónde estoy?" - se preguntó Luna.

"¡Bienvenida a la Tierra de los Sueños!" - exclamó un niño con una camiseta azul. "Soy Maxi. Este es un lugar donde todos pueden ser felices y vivir sus derechos".

Luna sonrió.

"¡Es increíble!" - dijo, "¿Y cuáles son estos derechos?"

"Aquí tenemos el derecho a soñar, a aprender, a ser escuchados" - respondió Maxi, mientras lo llevaba a un parque lleno de actividades. "¿Quieres ayudarnos a proteger nuestro tesoro?"

El parque de la Tierra de los Sueños se llenó de risas, pero de repente, un grupo de sombras apareció. Eran los Guardianes del Silencio, criaturas que querían robar los derechos de los niños.

"No pueden jugar ni soñar!" - gritaron.

Luna se sintió asustada, pero recordó las palabras de su abuela.

"No podemos dejar que nos quiten lo que nos pertenece!" - dijo con valentía.

"¡Sí!" - gritaron los demás niños. "¡Defendamos nuestros derechos!"

Juntos, comenzaron a cantar una canción mágica:

"Con la fuerza de nuestros sueños, haremos frente al silencio, porque juntos somos poder y nadie nos podrá detener!"

Las melodías llenaron el aire. Las sombras comenzaron a debilitarse ante la fuerza de su unión.

"¡No!" - gritó el líder de los Guardianes "Esto no puede estar pasando!"

"¡Los derechos son de todos!" - clamó Luna, mientras avanzaba hacia ellos.

"¡Váyanse y nunca vuelvan!" - añadieron todos los niños juntos.

Con un último grito, las sombras desaparecieron. Los niños celebraron, brincando y rebotando de alegría.

"Lo logramos, Luna!" - aclamó Maxi.

"Sí! Todo esto es gracias a que creímos en nosotros mismos" - respondió Luna con una gran sonrisa.

Justo en ese momento, Luna sintió que era hora de regresar.

"Los derechos son como un tesoro que siempre debemos cuidar" - dijo Maxi. "Nunca olvides eso, Luna".

"No lo haré, lo prometo!" - contestó Luna.

Y, con un parpadeo, se despertó en su cama, sintiendo el calor de la esperanza dentro de su corazón. Sabía que siempre podría luchar por sus derechos y los de otros.

"Gracias, abuela" - susurró mientras miraba hacia el cielo estrellado. "Voy a compartir esta historia con todos".

A partir de ese día, Luna se convirtió en una defensora de los derechos de los niños en su escuela, organizando actividades y compartiendo su mágica aventura con todos sus amigos, cultivando la semilla de la esperanza y el poder de soñar.

Y así fue como Luna entendió que, aunque la Tierra de los Sueños parecía distante, cada uno de ellos podía crear su propia magia defendiendo lo que creían.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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