La tormenta blanca


Había una vez una familia compuesta por mamá, papá y dos hermanitos, Martín y Sofía, que decidieron hacer un viaje a la montaña. Estaban muy emocionados porque era la primera vez que visitarían ese lugar tan especial.

Cuando llegaron a la casa en la montaña, se dieron cuenta de que el clima era mucho más frío de lo que esperaban. Por suerte, habían llevado toda su ropa de invierno para abrigarse.

-¡Qué frío hace aquí arriba! -exclamó mamá mientras se envolvía en su bufanda y se ponía los guantes. -¡Sí! Menos mal que trajimos nuestros abrigos y botas -dijo papá mientras encendía la estufa para calentar la casa.

Los niños estaban fascinados con la nieve que cubría todo el paisaje. Salieron afuera a jugar y construyeron un muñeco de nieve enorme. Estaban tan entretenidos que no notaron cómo empezaba a oscurecer.

De repente, una fuerte ventisca comenzó a soplar y los copos de nieve caían sin parar. La familia se apresuró a entrar a la casa, pero cuando intentaron cerrar la puerta, descubrieron que estaba atascada por el hielo acumulado. -¡No podemos cerrarla! ¡Estamos atrapados afuera con esta tormenta! -gritó papá preocupado.

Mamá trató de mantener la calma y recordó haber visto algunas herramientas en el cobertizo del jardín. Con valentía, decidió salir a buscar algo que pudiera ayudarlos a liberar la puerta.

-¡Manténganse dentro de casa y abríguense bien! Volveré pronto -dijo mamá antes de salir hacia el cobertizo. Mientras tanto, dentro de la casa, Martín y Sofía estaban asustados pero decidieron seguir las indicaciones de mamá.

Se pusieron sus gorros más abrigados, se arroparon con mantas y se sentaron cerca de la estufa para mantenerse calientes. Pasaron unos largos minutos hasta que finalmente escucharon pasos acercándose a la puerta. Era mamá con un martillo en una mano y un poco de sal en la otra.

-¡Chicos! ¡Abran rápido que tengo una idea para liberar la puerta! -exclamó mamá emocionada. Martín corrió hacia ella y le ayudó a esparcir sal alrededor del marco de la puerta mientras ella golpeaba suavemente con el martillo para romper el hielo.

Poco a poco, lograron liberarla y cerrarla justo a tiempo antes de que empeorara la tormenta. La familia celebró su victoria con chocolate caliente frente al fuego mientras veían caer los copos de nieve desde las ventanas.

Estaban felices de estar juntos y seguros en aquella acogedora casa en medio de las montañas nevadas. Al día siguiente, salió el sol y pudieron disfrutar plenamente del hermoso paisaje invernal sin contratiempos.

Aprendieron lo importante que es estar preparados ante cualquier situación inesperada y lo valioso que es trabajar juntos como equipo para superar los desafíos.

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