La tormenta calmada en el bosque encantado
En un lejano bosque vivían en armonía caballos, hadas y duendes. Cada día, la brisa acariciaba sus rostros y la niebla cubría el suelo como un manto misterioso. Todo era paz y tranquilidad en ese lugar encantado.
Un día, una fuerte lluvia cayó sobre el bosque, haciendo que todos los habitantes se refugiaran en sus hogares.
Las hadas volaban de un lado a otro tratando de proteger a los duendes más pequeños, mientras que los caballos relinchaban nerviosos por la tormenta. - ¡Qué terrible tormenta! -exclamó Luna, la hada mayor del bosque-. Debemos encontrar una manera de calmarla antes de que cause daño.
Los duendes propusieron buscar al sabio Viejo Roble, quien vivía en lo profundo del bosque y conocía secretos ancestrales que podrían ayudarlos. Sin dudarlo, partieron en busca del anciano árbol.
Al llegar junto a Viejo Roble, este les explicó que la lluvia estaba enfadada porque los habitantes del bosque habían descuidado su hogar. Les contó que cada ser vivo debía cuidar y respetar su entorno para mantener el equilibrio natural.
- Si desean calmar la tormenta, deberán demostrarle a la lluvia cuánto aman y valoran este bosque -dijo el sabio árbol con voz grave pero amable. Los habitantes del bosque se miraron unos a otros con determinación. Sabían lo importante que era proteger su hogar y estaban dispuestos a hacer lo necesario para lograrlo.
Decidieron unir fuerzas y trabajar juntos para restaurar el equilibrio perdido.
Las hadas sanaron las plantas heridas por la lluvia con su magia curativa; los duendes repararon los caminos dañados utilizando sus habilidades manuales; y los caballos sembraron nuevas semillas en el suelo fértil para asegurar el futuro del bosque. Poco a poco, la lluvia fue cesando hasta convertirse en una llovizna tranquila y reparadora. El sol asomó entre las nubes grises y bañó al bosque con su luz dorada.
Los habitantes celebraron juntos su victoria sobre la adversidad y se prometieron cuidar siempre de su hogar común. Desde entonces, el bosque floreció más hermoso que nunca gracias al trabajo en equipo y al amor que sus habitantes sentían por él.
La armonía volvió a reinar entre caballos, hadas y duendes bajo la mirada vigilante de Viejo Roble, quien sonreía orgulloso al ver cómo habían aprendido la lección de respeto y cooperación.
Y así continuaron viviendo felices por siempre jamás en aquel maravilloso lugar lleno de magia y enseñanzas para todos aquellos dispuestos a escucharlas.
FIN.