La tormenta de Stefano y sus amigos



Era un día lluvioso de febrero, las nubes grises cubrían el cielo y las gotas caían suavemente sobre el suelo. Stefano, un niño alegre de 5 años, se despertó emocionado porque era día de escuela.

A pesar de la lluvia, no podía esperar para encontrarse con sus amigos y aprender cosas nuevas. "¡Buenos días, mamá!", exclamó Stefano mientras se sentaba a desayunar. Su mamá le sonrió y le dijo: "Buenos días, mi amor.

¿Estás listo para ir a la escuela bajo la lluvia?""¡Sí! Me encanta la lluvia", respondió Stefano con entusiasmo. Después de desayunar, Stefano se puso su abrigo amarillo brillante y agarró su mochila llena de libros y lápices.

Se despidió de su hermanita Amelia, quien tenía solo 1 año pero lo miraba con admiración. "¡Adiós, Amelia! ¡Cuídate mucho! ¡Te quiero!", dijo Stefano antes de salir por la puerta.

En el camino hacia la escuela, Stefano saltaba sobre los charcos y reía mientras sentía las gotas frías en su rostro. Llegó a la escuela empapado pero feliz, listo para comenzar un nuevo día lleno de aventuras. Durante el recreo, Stefano jugaba con sus amigos en el patio cubierto por la lluvia.

Juntos construyeron castillos en el barro y saltaron en los charcos sin parar.

Sin embargo, algo inesperado ocurrió cuando empezaron a notar que el agua subía rápidamente en los alrededores del colegio debido a una obstrucción en las alcantarillas cercanas. Los maestros decidieron evacuar a todos los niños hacia un lugar seguro mientras esperaban que llegara ayuda para resolver la situación. La lluvia seguía cayendo fuerte afuera y algunos niños estaban asustados por lo que estaba pasando.

Stefano decidió tomar acción e inspirado por las historias de viajes en familia que tanto le gustaban, propuso organizar una pequeña expedición dentro del colegio para buscar materiales que pudieran ayudar a drenar el agua acumulada.

Con ingenio y creatividad lograron encontrar mangueras y baldes que les permitieron desviar temporalmente el flujo del agua hasta que finalmente llegaron los trabajadores municipales para solucionar el problema mayor.

Todos los niños fueron elogiados por su valentía y trabajo en equipo durante esa situación difícil. Stefano se sintió orgulloso de haber ayudado junto a sus amigos y comprendió lo importante que es estar preparado para actuar ante imprevistos.

Al final del día, cuando regresó a casa con su mamá y Amelia ya había salido nuevamente el sol iluminando las calles mojadas por la tormenta anterior. Stefano abrazó a su hermanita con cariño mientras pensaba en todas las aventuras vividas ese día gracias a su espíritu positivo e iniciativa.

Desde entonces, cada vez que veía llover recordaba cómo juntos habían superado aquel desafío en la escuela bajo la lluvia de febrero; una experiencia que nunca olvidaría y que lo animaba siempre a seguir adelante sin importar qué obstáculos se presentaran en su camino.

FIN.

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