La Tormenta Familiar



La familia se encontraba en su casa, ubicada en el campo, cuando de repente empezó a llover muy fuerte. Al principio no le prestaron mucha atención, ya que eran acostumbrados a las lluvias intensas de la zona.

Pero conforme pasaban los minutos, la lluvia se hacía más y más fuerte. "Papá, ¿no crees que deberíamos irnos al refugio?"- preguntó la hija mayor.

"No te preocupes hijita, nuestra casa es resistente y aguantará cualquier tormenta"- respondió el padre con seguridad. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que habían subestimado la fuerza del agua. Un ruido ensordecedor los hizo salir corriendo hacia afuera para ver qué estaba pasando.

Lo que vieron les hizo temblar: una pared de agua fangosa venía bajando por la montaña directamente hacia ellos. "¡Rápido! ¡Al refugio!"- gritó el padre mientras corría hacia la pequeña cabaña construida para protegerse de situaciones como esta.

A duras penas lograron llegar antes de que el huaico arrastrara todo lo que encontraba a su paso. Durante horas estuvieron encerrados en ese lugar oscuro y frío, escuchando cómo la naturaleza rugía fuera sin piedad alguna.

Finalmente llegó el momento en que cesó toda actividad fuera del refugio. Con miedo y cautela abrieron lentamente la puerta para asomarse al exterior. Todo lo que veían era un paisaje desolador: árboles caídos, rocas gigantes movidas de lugar y mucho barro.

"¡Gracias a Dios estamos vivos!"- exclamó la madre con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a sus hijos. Aunque habían perdido casi todo lo que tenían, lo único importante era que estaban juntos y sanos.

Pero no sabían cómo iban a sobrevivir sin su hogar ni sus cultivos. "No podemos quedarnos aquí, tenemos que buscar ayuda"- dijo el padre decidiendo actuar rápidamente para salvar a su familia.

Así empezaron una larga caminata hacia el pueblo más cercano, con la esperanza de encontrar refugio y comida para sus hijos. En el camino se encontraron con muchas dificultades: puentes caídos, ríos desbordados y caminos bloqueados por escombros. Pero nunca perdieron la fe ni dejaron de luchar por su familia.

Finalmente llegaron al pueblo donde les recibieron con los brazos abiertos. La gente les ofreció un lugar donde dormir, ropa limpia y comida caliente. Los niños sonreían otra vez después de tanto miedo y dolor.

"Estamos muy agradecidos por toda su ayuda"- dijo el padre emocionado mientras abrazaba al líder comunal del pueblo. "No hay nada que agradecer amigo, somos todos hermanos aquí"- respondió el hombre sonriendo amablemente.

Con lágrimas en los ojos recordando todo lo que habían pasado juntos como familia, se dieron cuenta de algo muy importante: habían aprendido una gran lección sobre la importancia del amor incondicional entre padres e hijos. Que aunque las cosas se pongan difíciles siempre debemos estar unidos para salir adelante.

FIN.

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