La Tormenta y la Amistad
Había una vez una niña llamada Mia que vivía en una pequeña casa con su perro Felipe. Felipe era un perro muy especial, siempre estaba al lado de Mia y la protegía en todo momento.
Un día, mientras paseaban por el parque, Mia notó que algo extraño estaba sucediendo. Los árboles se movían con fuerza y las hojas volaban por todas partes. De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y Mia no sabía qué hacer.
- ¡Felipe! -gritó Mia-. ¿Qué está pasando? Pero Felipe no respondió. En cambio, saltó sobre un montón de hojas secas y desapareció entre ellas. Mia se sintió sola y asustada sin la compañía de Felipe.
Decidió buscarlo por todo el parque hasta que finalmente lo encontró enredado en las ramas de un árbol. - ¡Felipe! -exclamó Mia-. ¿Estás bien? Felipe ladraba nerviosamente mientras intentaba liberarse de las ramas del árbol.
La pequeña Mia trató de ayudarlo pero no podía hacerlo sola. Fue entonces cuando apareció un hombre mayor que había visto todo lo que había pasado. - Hola pequeña -dijo el hombre-.
¿Necesitas ayuda? Mia asintió con la cabeza y el hombre rápidamente subió al árbol para rescatar a Felipe. Después de unos minutos logró bajarlo sano y salvo. - Muchas gracias señor -agradeció Mia-. No sé cómo podría haber hecho esto sin tu ayuda.
El hombre sonrió amablemente antes de responder:- No hay problema pequeña. Todos necesitamos ayuda de vez en cuando. Desde ese día, Mia aprendió que es importante pedir ayuda cuando la necesitamos y que siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos.
Además, entendió lo valiosa que era la amistad de Felipe y cómo él estaba dispuesto a arriesgar su vida por ella.
A partir de entonces, Mia se aseguró de cuidar aún más a Felipe y nunca olvidó la lección que había aprendido ese día en el parque. Y así, Mia y Felipe continuaron aventurándose juntos por el mundo, sabiendo que siempre podrían contar el uno con el otro.
FIN.