La tortuga de la catedral


Había una vez una pequeña niña llamada Sofía que vivía cerca del mar. Un día, mientras paseaba por la orilla, encontró una pequeña tortuga herida y abandonada.

Sin pensarlo dos veces, decidió llevarla a su casa y cuidarla como si fuera su mascota. Sofía se encargó de darle un nombre a la tortuga: —"Tortuguita" . Juntas pasaban horas jugando en el jardín y disfrutando del sol.

Pero Sofía sabía que no podrían quedarse allí para siempre, ya que su padre era constructor y tenían que mudarse a la ciudad de León para trabajar en un importante proyecto: la construcción de la catedral.

Llegó el día de partir y Sofía se preocupaba por cómo llevar a Tortuguita con ellos. Su padre le explicó que las tortugas necesitaban estar en su hábitat natural para sobrevivir, pero prometió ayudarla a encontrar un lugar seguro para dejarla antes de irse. Cuando llegaron a León, Sofía extrañaba mucho a Tortuguita.

Su padre comenzó a trabajar en la construcción de la catedral junto con otros obreros. Un día, mientras trabajaban en los cimientos, encontraron una piel antigua colgada en lo alto de un andamio.

- Papá, ¿qué es eso? - preguntó curiosa Sofía. Su padre sonrió y le contó una historia emocionante sobre cómo esa piel perteneció alguna vez a una valiente tortuga marina que vivió muchos años atrás.

- Esta piel es un símbolo del coraje y perseverancia - dijo el padre -. La encontramos aquí durante la construcción y decidimos colgarla en la catedral como un recordatorio de que todos debemos luchar por nuestros sueños. Sofía quedó fascinada con la historia.

Recordó a Tortuguita y cómo siempre había admirado su valentía para sobrevivir en el mar. Decidió que esa piel era un homenaje perfecto para su amiga tortuga.

- Papá, ¿crees que podríamos poner una placa al lado de la piel con el nombre de Tortuguita? - preguntó Sofía emocionada. El padre sonrió y aceptó encantado. Juntos, colocaron una placa que decía "En memoria de Tortuguita, una pequeña tortuga valiente".

A partir de ese día, cada vez que Sofía visitaba la catedral, se sentaba frente a la piel y recordaba todas las aventuras que vivió junto a Tortuguita. La historia de la tortuga inspiraba a Sofía a ser valiente y perseverante en todo lo que hacía.

Con el tiempo, Sofía creció y se convirtió en una arquitecta famosa. Siempre llevaba consigo el recuerdo de Tortuguita y compartía su historia con todos los niños a los que enseñaba sobre la importancia del coraje y nunca rendirse ante los obstáculos.

Y así fue como gracias al amor incondicional entre Sofía y Tortuguita, una pequeña tortuga encontró su lugar especial en el corazón de una gran catedral, dejando un legado eterno de inspiración para todas las generaciones venideras.

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