La tortuga marina y el mar limpio


En un hermoso día de verano, la familia Hernández decidió ir a pasar el día en la playa. El sol brillaba en lo alto y las olas rompían suavemente en la orilla.

Los niños, Martina y Lucas, estaban emocionados por jugar en la arena y darse un chapuzón en el mar. Al llegar a la playa, Luna, la perra de la familia, corrió feliz hacia el agua.

Corría de un lado a otro persiguiendo gaviotas y oliendo con curiosidad todo lo que encontraba a su paso. De repente, Luna comenzó a ladrar frenéticamente y a tirar de algo que había encontrado en la orilla.

"¡Mamá, papá! ¡Luna trae algo raro!", exclamó Martina mientras corría hacia donde estaba Luna. Al acercarse, vieron con horror que Luna tenía una tortuga marina enganchada en plástico alrededor de su caparazón. La pobre tortuga luchaba por liberarse, pero el plástico le impedía moverse con libertad.

"¡Qué terrible! Debemos ayudarla", dijo papá Hernández mientras se apresuraba a desenredar el plástico de la tortuga. Con cuidado y paciencia lograron liberar a la tortuga del plástico.

Una vez libre, la tortuga nadó rápidamente hacia aguas más profundas sin mirar atrás. "¿Por qué alguien tiraría basura al mar? Eso puede lastimar a los animales como esta pobre tortuguita", reflexionó mamá Hernández con tristeza.

Los niños escuchaban atentos las palabras de sus padres y sintieron una mezcla de tristeza y determinación en sus corazones. Decidieron convertirse en guardianes del mar y protegerlo contra la contaminación. Durante todo el día recogieron basura de la playa y se aseguraron de desecharla correctamente en los contenedores dispuestos para ello.

Explicaron a otros bañistas sobre los peligros de arrojar basura al mar y cómo eso afecta a los animales que viven allí.

Al atardecer, cuando ya era hora de regresar a casa, Martina miró hacia el horizonte con una sonrisa en su rostro. "Hoy salvamos una vida y protegimos nuestro hogar: el mar. Prometo seguir cuidándolo siempre", dijo con determinación en sus ojos.

La familia Hernández se abrazó emocionada por haber aprendido juntos una importante lección sobre el respeto por la naturaleza. Y así, entre risas y juegos bajo el sol poniente, prometieron seguir siendo protectores del océano para siempre jamás.

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