La Tortuga Marinita y el Cambio Climático
En un hermoso rincón del océano, donde el sol brillaba y el agua tenía los colores más vibrantes, nació una pequeña tortuga marina llamada Marinita. Desde el primer momento en que salió del cascarón, Marinita sintió la emoción de vivir. "¡Mirá cuántos amigos!"-, exclamó, viendo a otros animales marinos jugar a su alrededor. "Hola, Marinita, bienvenida al océano"-, le dijo un pez payaso llamado Pablo. Marinita sonrió, pero había algo que la preocupaba.
Un día, mientras exploraban un colorido arrecife de coral, Pablo y Marinita escucharon a unos erizos de mar hablando. "¿Oyeron lo que está pasando? Las aguas se calientan y los corales se están blanqueando"-, dijo uno de ellos. "Sí, y si sigue así, muchos animales perderán su hogar"-, agregó otro. Marinita sintió un nudo en su pancita. ¿Qué podía hacer para ayudar?
Decidida a no quedarse de brazos cruzados, Marinita se acercó a sus amigos. "¡Debemos hacer algo!"-, exclamó. "Pero... ¿qué podemos hacer, somos solo tortugas y peces?"-, preguntó Pablo.
Marinita pensó por un momento y luego dijo: "Podemos comenzar por cuidar de nuestro hogar y hablar con los demás habitantes del océano. Si se enteran de lo que ocurre, tal vez puedan ayudarnos"-. Y así, se lanzó a la aventura.
Primero, nadaron hasta el banco de peces más grande que conocían, donde vivían los sabios peces viejos. "¡Hola!"-, saludó Marinita. "Necesitamos su ayuda. Las aguas se están calentando y los corales se están muriendo. ¿Qué podemos hacer?"- Los peces viejos se miraron entre sí y uno de ellos, llamado Don Tito, respondió: "Lo primero es educar a quienes nos rodean. Debemos hablar con los humanos"-.
Pablo frunció el ceño. "¿Con los humanos? Pero están lejos de aquí..."- Marinita asintió, pero no se desanimó. "Podemos nadar hasta la playa y ver cómo ayudar a que los humanos se den cuenta de lo que pasa"-.
El siguiente desafío los llevó a enfrentar el peligro. Una vez que llegaron a la playa, avistaron plásticos y desechos tirados por todas partes. "Es horroroso ver así a nuestro hogar"-, dijo Marinita. De pronto, se les ocurrió una idea brillante. "Podemos recoger la basura y hacer una gran pila para que los humanos lo vean. Tal vez los inspire a limpiar"-, sugirió Pablo.
Con gran esfuerzo, comenzaron a recoger plásticos, botellas y otros desechos. Otras tortugas, peces y hasta cangrejos se unieron a ellos. En poco tiempo, lograron hacer una montaña de basura en la playa. Marinita observaba con esperanza mientras abuelos y niños se acercaban, sorprendidos por lo que veían. "¿Por qué hay tanta basura en la playa?"-, dijo un niño.
La abuela del niño, que estaba allí, explicó. "Eso sucede cuando no cuidamos nuestro planeta. Todos debemos hacer nuestra parte"-. Marinita sonrió al escuchar esas palabras. "¡Ahora entendieron!"- exclamó, sintiendo que su pequeño esfuerzo estaba dando resultados.
Con el tiempo, más y más humanos comenzaron a sumarse, organizando limpiezas de playas y aprendiendo sobre cómo cuidar del océano. Marinita y sus amigos volverían a su hogar con el corazón lleno de alegría. "Lo logramos, Marinita. Juntos podemos hacer una diferencia"-, dijo Pablo, mientras nadaban hacia el horizonte.
Marinita tomó una decisión: "Siempre estaré alerta por mi hogar y ayudaré a todos a aprender a cuidarlo. No importa cuán pequeños seamos, podemos hacer grandes cosas"-. Y así, Marinita siguió nadando, lista para enfrentar cualquier desafío que el océano le presentara, siempre con una sonrisa en su rostro.
Con los cambios empezaron a notarse. El agua se mantuvo más limpia y los corales comenzaron a recuperarse. Marinita había aprendido que, aunque el cambio climático era un problema grande, la unión de todos podía marcar la diferencia. Nunca olvidarían cómo una pequeña tortuga, junto a sus amigos, se levantó para hacer el bien por su hogar.
Y así, Marinita vivió muchas aventuras, siempre recordando que aún en momentos difíciles, el trabajo en equipo y la esperanza pueden iluminar el camino hacia un futuro mejor.
FIN.