La tortuga perseverante



Había una vez, en un bosque mágico, cuatro liebres muy arrogantes y una tortuga muy sabia. Las liebres se pavoneaban por el bosque, presumiendo de su velocidad y burlándose de la tortuga por ser tan lenta.

"Mira a esa tortuga", dijo la primera liebre. "No sabe correr como nosotras". "Es verdad", respondió la segunda liebre. "Somos las más rápidas del bosque". "Nunca podríamos perder contra ella", agregó la tercera liebre. —"Pobrecita" , rió la cuarta liebre.

"Ni siquiera puede competir con nosotras". La tortuga escuchaba todo lo que decían las liebres, pero no les prestaba atención. Sabía que ellas eran rápidas, pero también sabía que ella podía vencerlas en otra cosa: en perseverancia.

Un día, mientras las liebres descansaban a orillas del río, la tortuga se acercó a ellas y les propuso una carrera. "¿Una carrera?", se burlaron las Liebres.

"¡Contra ti? ¡No pierdas tu tiempo!"Pero la Tortuga insistió:"Sí, una carrera hasta el otro lado del río. "Las Liebres aceptaron divertidas pensando que ganarían fácilmente y así comenzó la carrera. Las Liebres corrieron tan rápido como pudieron desde el principio mientras que la Tortuga avanzaba lentamente sin detenerse ni un momento.

Las Liebres seguían adelante sin preocuparse por nada pero al llegar a mitad del camino se dieron cuenta de algo extraño: La Tortuga estaba cerca de ellas. "No puede ser", dijo la primera liebre.

"¿Cómo es posible que nos haya alcanzado?""Dejemos a esta tortuga atrás de una vez por todas" gritó la segunda Liebre, y así aumentaron su velocidad para alejarse de la Tortuga.

Pero mientras las Liebres se agotaban corriendo con todas sus fuerzas, la Tortuga seguía avanzando sin detenerse ni un momento, paso a paso, pero siempre adelante. Las Liebres llegaron al otro lado del río muy cansadas y sudorosas.

Pero cuando miraron hacia atrás, se dieron cuenta de algo sorprendente: La Tortuga estaba justo detrás de ellas. "¿Cómo es posible?", preguntó la tercera liebre entre jadeos. "Hemos corrido tan rápido como pudimos". "Lo lograste, eres increíble", felicitaron las liebres a la tortuga sorprendidas.

La Tortuga sonrió feliz sabiendo que había ganado en perseverancia y no en velocidad. Las Liebres aprendieron una lección importante ese día: No subestimes a alguien solo porque parece más lento o menos capaz que tú.

Desde entonces, las cuatro liebres humildemente aceptaron el consejo de su amiga tortuga y nunca volvieron a burlarse de ella nuevamente. Y todos los animales del bosque aprendieron una valiosa lección sobre el valor del trabajo duro y la perseverancia que les serviría durante toda su vida.

FIN.

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