La Tortuga que Quería Correr
En el tranquilo bosque de La Primavera, una tortuga llamada Tina soñaba con algo muy especial: quería correr. Desde pequeña, había escuchado historias sobre una carrera anual entre los animales del bosque. A pesar de que todos los demás animales se reían de ella, Tina estaba decidida a participar y demostrar que, aunque fuera una tortuga, ¡podía lograrlo!
Un día, mientras charlaba con sus amigos, el conejo Ramón y la ardilla Sofía, Tina les dijo entusiasmada:
"¡Voy a participar en la carrera! ¡Voy a mostrarles a todos que puedo correr rápido!"
Ramón, que siempre había sido el más veloz del bosque, la miró con sorpresa.
"¿Correr? Pero Tina, ¡tú eres una tortuga! No puedes competir con nosotros."
Sofía, que siempre era más comprensiva, le dijo:
"Tina, eso suena increíble, pero tal vez deberías pensar en algo más que se ajuste a ti."
Pero Tina no se desanimó. Se la pasaba pensando en los movimientos elegantes de los animales que corrían. Ella creía que, con práctica y esfuerzo, podría hacerlo. Así que decidió comenzar a entrenar. Cada día, Tina se levantaba temprano y corría pequeñas distancias por el sendero del bosque. Los demás animales seguían riéndose, pero ella no prestaba atención. Su motivación crecía con cada paso.
Un día, mientras entrenaba, vio a Gregorio, el viejo zorro, que la observaba. Él se acercó y le dijo:
"¿Por qué insistes en correr, pequeña tortuga? No es algo para ti."
Tina, con una gran sonrisa, respondió:
"¡Porque quiero demostrar que puedo! Quiero ser parte de la carrera y mostrarles que los sueños se pueden cumplir, sin importar cómo nos vean los demás."
Gregorio, aunque escéptico, se sintió conmovido por la determinación de Tina. Entonces le dijo:
"Está bien, si insistes, puedo ayudarte a entrenar con algunos consejos. Pero recuerda, la carrera no es solo sobre ser rápido. También es cuestión de disfrutar el camino."
Tina aceptó con gusto y así comenzó su entrenamiento con Gregorio. Además de correr, aprendió sobre la perseverancia y la importancia de no rendirse, sin importar las circunstancias.
Finalmente, llegó el día de la carrera. Todos los animales estaban emocionados y preparándose para el evento. El sonido de la campana resonó y, con un gran alboroto, comenzaron a salir disparados. Tina, aunque al principio se sentía nerviosa, respiró hondo y empezó a correr a su propio ritmo.
Un giro inesperado ocurrió cuando, poco antes de llegar a la meta, Ramón, el conejo, tuvo un accidente y se dio un golpe fuerte en la pata. A pesar de ser el más rápido y querido por todos, no podía seguir. Tina, al observar a su amigo en problemas, se detuvo. En lugar de continuar corriendo hacia la meta, giró y corrió hacia Ramón:
"¡Ramón! ¿Estás bien? No puedo dejarte aquí solo."
"Tina, no te preocupes por mí. Solo sigue."
"No! Te ayudaré a levantarte, juntos lo lograremos."
Tina levantó a Ramón y, aunque ya no podría ganar la carrera, ambos comenzaron a avanzar, apoyándose el uno al otro. Los demás animales que ya estaban cerca de la meta se detuvieron al ver su amabilidad y determinación. Al final, todos se unieron a ellos, corriendo juntos hacia la meta, disfrutando de la carrera como nunca antes.
Cuando cruzaron la línea de llegada, aunque no fue en primer lugar, todos los animales lo celebraron. Ramón gritó emocionado:
"¡Lo hiciste, Tina! ¡Eres una verdadera campeona!"
Sofía y los demás también aplaudieron:
"¡Bravo, Tina! Demostrado que lo importante no es el lugar, sino ser parte de la aventura y ayudar a los demás."
Esa fue una carrera inolvidable para todos, y Tina aprendió que sus sueños eran posibles si se confiaba en sí misma y en sus valores. El bosque se llenó de risas y celebración, y desde ese día, Tina no solo fue conocida como la tortuga que quería correr, sino como la tortuga que enseña el valor de la amistad y la perseverancia.
Y así, el bosque siguió vibrando de alegría y amor, recordando ese día que compartieron que los sueños, aunque parezcan lejanos, pueden hacerse realidad si se persigue con el corazón.
FIN.