La Tortuga y su Tablita Mágica
En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de todos los colores, vivía una tortuga llamada Tita. Aunque Tita era una tortuga muy amable, siempre andaba con la cabeza gacha, pues tenía un problema que la hacía sentir triste: nunca llegaba a tiempo a las actividades del bosque.
Todos los días, Tita escuchaba a sus amigos: los pájaros, las ardillas y la simpática Osa, planear juegos y reuniones. Sin embargo, cada vez que se acercaba la hora, ella sabía que, a su paso lento, siempre llegaría tarde.
"¡Ay, siempre llego cuando todos ya han comenzado!" - se lamentaba Tita.
Un día, su amiga Osa decidió que era hora de ayudar a Tita.
"No te preocupes, Tita. ¡Tengo una idea!" - exclamó Osa emocionada.
Osa decidió construir una tablita con ruedas.
"Así podrás moverte más rápido y no llegarás tarde nunca más" - dijo la Osa, mientras trabajaba con ramas, hojas y algunas lianas que encontró en el bosque.
Tita observaba todo desde un costado, intrigada.
"No sé, Osa... ¿creés que funcionará?" - preguntó con una pizca de duda.
"¡Claro que sí! Confía en mí, amiga. ¡Prueba un poco!" - animó Osa.
Cuando la tablita estuvo lista, Tita no podía contener su emoción.
"¡Es hermosa, Osa!" - gritó con alegría.
Sin pensarlo dos veces, se subió a la tablita y Osa la empujó suavemente. Para su sorpresa, ¡Tita comenzó a deslizarse rápidamente por el sendero!"¡Soy un torbellino!" - gritó Tita mientras se reía, sintiéndose más libre que nunca.
Ahora que podía llegar a tiempo, Tita se unió a todos sus amigos.
"¡Hola a todos!" - saludó emocionada.
La mañana fue llena de actividades. Después de jugar al escondite, todos se reunieron para contar historias. Tita, con su tablita, se convirtió en la estrella del grupo.
Sin embargo, una tarde, mientras Tita disfrutaba de un paseo por el bosque, un fuerte viento comenzó a soplar. Desafortunadamente, el viento empujó la tablita, causando que Tita perdiera el control y se accidentara en una caída suave pero sorpresiva.
"¡Ay, Osa!" - llamó Tita con preocupación, mientras se levantaba.
Osa corrió hacia ella.
"¿Estás bien, Tita?" - preguntó con frenesí.
"Sí, pero creo que necesito aprender a usarla mejor" - respondió Tita, un poco desanimada.
Osa la abrazó y le dijo:
"No te preocupes. Todos enfrentamos dificultades cuando aprendemos algo nuevo. Vamos a practicar juntas."
Así, Tita y Osa comenzaron a trabajar en equipo. Cada tarde, se reunían para practicar, y poco a poco Tita se volvió experta con su tablita. Lo que antes parecía un accidente se convirtió en una valiosa lección sobre cómo recuperarse de una caída y aprender de los errores.
Un día, mientras practicaban, se formó un gran evento en el bosque: la carrera de primavera. Todos los animales estaban emocionados y Tita decidió participar. Sintió un nerviosismo al ver a los veloces conejos y aves a su alrededor, pero Osa le dijo confiada:
"Recuerda, Tita, lo más importante es divertirte y llegar al final. ¡No pienses en los demás!"
Tita tomó una profunda respiración y decidió que estaba lista. Al sonar el silbato, salió disparada en su tablita. ¡Era rápida y ágil! Con cada vuelta, sentía cómo la alegría la invadía.
Finalmente, cruzó la línea de meta.
"¡Lo logré!" - exclamó, llena de alegría, y recibió aplausos de todos sus amigos.
Aunque no llegó en primer lugar, se sintió como la ganadora, porque había superado sus propios miedos.
Desde aquel día, Tita nunca volvió a sentirse triste por llegar tarde, pues se dio cuenta de que, con esfuerzo y práctica, hasta los mayores obstáculos se podían superar. Siempre recordará lo importante que es tener amigos que creen en ella y ayudar a encontrar soluciones a los problemas.
Y así, Tita se convirtió en la tortuga más feliz del bosque, y siempre tenía una sonrisa en su rostro, lista para disfrutar de cada actividad, no importa la hora.
Fin.
FIN.