La transformación de Tomi
Había una vez un chico llamado Tomi. Era conocido en su barrio por ser un buen amigo, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Desde pequeño, Tomi había aprendido a ser cariñoso, compartir sus juguetes y hacer sonreír a quienes lo rodeaban. Tenía una novia llamada Luli, con quien compartía risas y aventuras.
Un día, algo inesperado sucedió. Tomi y Luli decidieron separarse. Fue una tarde nublada y triste, y mientras daban un paseo por el parque, Tomi se sintió destrozado.
"No puedo creer que esto esté pasando, Luli. ¿Por qué?" - preguntó con lágrimas en los ojos.
"A veces las cosas no funcionan. Quiero que seas feliz, pero necesitamos tomar caminos diferentes." - respondió Luli con tristeza.
Después de esa ruptura, todo cambió. Tomi comenzó a sentirse solo y sin rumbo. Empezó a sumar días en los que se olvidó de lo que realmente significaba ser amigo y cariñoso con los demás. Un mes después, lo comenzaron a notar.
"¿Qué le pasó a Tomi? Antes siempre estaba feliz y ayudaba a todos. Ahora no habla con nadie."
"No lo sé, pero eso no parece ser el Tomi que conocíamos." - comentaban sus amigos en el barrio.
Tomado por el dolor, Tomi empezó a actuar de manera egoísta. En lugar de compartir, empezaba a pelearse por sus cosas y menospreciar a sus amigos. Un día, en la cancha, su mejor amigo Lucas se acercó a él.
"Tomi, viejo, ¿qué te pasó? Sos un buen pibe. Esto no es vos."
"No me digas cómo tengo que ser, Lucas. Si quiero ser así, me dejo llevar. ¿A quién le importa?" - respondió Tomi con desdén.
Pero, a medida que pasaban los días, todo se volvía cada vez más complicado. La soledad lo abrazaba, y Tomi empezaba a darse cuenta de que sus acciones estaban alejando a todos. Sus amigos dejaron de invitarlo a jugar, y se pasó largos fines de semana encerrado en casa. En una de esas soledades, escuchó a su mamá hablando con su papá:
"¿Ya viste cómo se comporta Tomi? Ya no es el mismo."
"Ahora está en un momento difícil. Seguro volverá a ser el chico que era. Lo único que necesita es tiempo."
Las palabras de sus padres calaron profundo en Tomi. En el silencio de su habitación, se preguntó si de verdad quería seguir así, si ese egoísmo lo hacía feliz. Recordó los buenos momentos con Luli, las risas, las historias compartidas.
Sin darse cuenta, pasó el tiempo y un día decidió que quería volver a ser el Tomi que todos conocían. Salió a buscar a Lucas en la cancha. Al verlo, se acercó nervioso.
"Che, Lucas…¡Perdón! Necesito hablar. Te extraño. ¿Podemos recomponer las cosas?" - dijo Tomi con sinceridad.
"Claro, hermano. Ver que estás de vuelta me alegra mucho. Todos cometemos errores. Lo bueno es que siempre se puede volver a empezar." - respondió Lucas, sonriendo.
A partir de ese día, Tomi decidió que quería hacer las cosas bien. Ayudó a sus amigos, comenzó a organizar juegos y recreaciones en el parque, y hasta se reconciliaron con Luli. Poco a poco, el cariño y la amistad comenzaron a florecer de nuevo.
"Tomi, creo que has cambiado. Me alegra verte así. La vida es un camino lleno de altibajos, y a veces necesitamos perder para aprender a valorar lo que tenemos."
"Sí, Luli. Ya lo entendí. Y gracias, por ayudarme a darme cuenta de que no quiero ser alguien más que el Tomi que siempre fui." - respondió Tomi.
Y así, Tomi no solo recuperó su esencia, sino que también enseñó a los demás que, aunque a veces la vida nos lleve por caminos oscuros, siempre hay una oportunidad para volver a encontrar la luz.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.