La Transformación del Parque de Villa Alegre
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Brenda. Brenda era conocida por ser muy traviesa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, vio un hermoso árbol lleno de frutales. Brenda se acercó al árbol y comenzó a observar todas las deliciosas frutas que colgaban de sus ramas.
Se le hizo agua la boca al ver jugosas manzanas rojas, peras amarillas y ciruelas moradas. Sin poder resistirse a la tentación, decidió tomar una manzana para probarla.
Justo cuando estaba a punto de darle un mordisco a la manzana, una voz suave pero firme salió del árbol diciendo: "¡Detente! ¡Eso no está bien!" Sorprendida, Brenda miró hacia arriba y vio que el árbol tenía vida propia.
El árbol se presentó como Don Álamo y le explicó a Brenda que esas frutas eran para todos los habitantes del pueblo y que no debían tomarse sin permiso. Además, le contó sobre la importancia de cuidar los recursos naturales y respetar la naturaleza. Brenda se sintió avergonzada por su acción impulsiva y prometió cambiar su comportamiento travieso.
Don Álamo le dijo que si quería redimirse tenía que ayudarlo a cuidar el parque plantando nuevos árboles frutales. Con mucha alegría en su corazón, Brenda aceptó el desafío.
Junto con Don Álamo, recorrió todo el parque en busca de lugares adecuados para plantar los árboles. Cavaron hoyos, colocaron las semillas y los cubrieron con tierra. A medida que pasaban los días, Brenda regresaba al parque para regar y cuidar de los nuevos árboles frutales.
Se sentía feliz al ver cómo crecían y se llenaban de vida. También aprendió sobre la importancia del sol, el agua y el amor para que las plantas crezcan fuertes y saludables.
Un día, cuando ya habían pasado varios meses desde que comenzaron a plantar los árboles, Brenda notó algo especial: ¡los primeros frutos estaban maduros! Llamó a todos sus amigos del pueblo para compartir la buena noticia. El pueblo entero se reunió en el parque para celebrar la cosecha.
Cada uno tomó una fruta de los nuevos árboles y disfrutaron juntos de su sabor dulce y jugoso. Todos admiraron el trabajo en equipo entre Brenda y Don Álamo, quien ahora estaba más fuerte gracias al apoyo de la niña traviesa.
Desde aquel día, Brenda dejó atrás su comportamiento travieso y se convirtió en una verdadera defensora del medio ambiente. Ayudaba a cuidar no solo los árboles frutales del parque sino también toda la naturaleza que la rodeaba.
Y así fue como Brenda aprendió una valiosa lección sobre respeto por la naturaleza, trabajo en equipo y responsabilidad.
Su historia inspiradora sirvió como ejemplo para otros niños del pueblo, quienes también decidieron hacer cambios positivos en sus vidas y cuidar el mundo que les rodeaba. Desde entonces, el parque de Villa Alegre se convirtió en un lugar lleno de árboles frutales donde las risas y la alegría nunca dejaron de existir.
Y Brenda, junto con Don Álamo, siempre serán recordados como los héroes que hicieron posible esta maravillosa transformación.
FIN.