La travesía de Agustina



Había una vez una niña llamada Agustina, una pequeña aventurera que siempre estaba buscando nuevas emociones. Un día, mientras su mamá hacía las compras en la tienda, Agustina decidió explorar por su cuenta.

Agustina se adentró en los pasillos de la tienda con mucha curiosidad. Observaba los estantes llenos de productos coloridos y apetitosos. Pero mientras miraba a su alrededor, se dio cuenta de que había perdido de vista a su mamá.

Agustina comenzó a buscar desesperadamente entre las personas que iban y venían por el lugar. Pero no encontraba a nadie conocido. La preocupación comenzó a invadir su pequeño corazón.

Justo cuando estaba por empezar a llorar, escuchó una risa proveniente del fondo de la tienda. Siguiendo el sonido, llegó hasta un grupo de empleados que estaban reorganizando los estantes. Uno de ellos le preguntó: "¿Estás perdida?"Agustina asintió con tristeza y les explicó lo ocurrido.

Los amables empleados decidieron ayudarla y organizaron un plan para encontrar a su mamá. Le dieron un silbato y le pidieron que soplara fuerte cada vez que viera algo familiar o escuchara la voz de su madre.

Agustina tomó el silbato con determinación y comenzaron la búsqueda juntos. Recorrieron cada rincón de la tienda, siguiendo las indicaciones de Agustina cuando ella soplaba el silbato emocionada al ver algún objeto familiar. Pasaron unos minutos largos hasta que finalmente Agustina escuchó la voz de su mamá.

Sopló el silbato con todas sus fuerzas y corrió hacia ella. Su mamá la abrazó con alivio y le dijo: "¡Agustina, qué susto me has dado! No vuelvas a alejarte así.

"Agustina, aprendiendo de esta experiencia, asintió con tristeza pero también con una sonrisa en su rostro. Había comprendido lo importante que era mantenerse cerca de su familia en lugares públicos.

Desde aquel día, Agustina siempre se aseguraba de estar junto a su mamá cuando iban de compras o visitaban lugares nuevos. Aprendió que la aventura puede ser divertida, pero siempre es mejor compartirla con las personas que más queremos.

Y así, Agustina continuó explorando el mundo junto a su familia, viviendo nuevas emociones pero siempre recordando la lección que había aprendido en aquella tienda.

FIN.

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