La travesía de dos corazones



Había una vez un escritor llamado Antoine de Saint-Exupéry, quien vivía en la hermosa ciudad de Buenos Aires. Antoine era un hombre soñador y aventurero, siempre buscando nuevas historias que contar.

Un día, mientras caminaba por los jardines de Palermo, vio a un niño jugando con su cometa. El niño era curioso y lleno de energía, y eso llamó la atención del escritor.

Antoine se acercó al niño y le dijo: "Hola pequeño, ¿cómo te llamas?"El niño sonrió y respondió: "Me llamo Juanito. ¿Y tú?""Soy Antoine", dijo el escritor. "¿Te gustaría escuchar una historia que acabo de escribir?"Juanito asintió emocionado y se sentó junto a Antoine en un banco del parque.

El escritor comenzó a contarle sobre un planeta muy lejano llamado B612. En ese planeta vivía un pequeño príncipe que cuidaba su rosa con mucho amor. Pero el príncipe también estaba triste porque se sentía solo.

"Un día," continuó Antoine, "el pequeño príncipe decidió abandonar su planeta en busca de nuevos amigos".

Juanito estaba fascinado con la historia y preguntó: "¿Cómo hizo para viajar tan lejos?"Antoine sonrió y le explicó que el pequeño príncipe encontró una serpiente mágica que lo ayudó a viajar por las estrellas hasta llegar a la Tierra. "¡Eso es increíble!" exclamó Juanito. El escritor continuó contándole sobre los encuentros del principito en la Tierra.

Conoció a un aviador que estaba perdido en el desierto, a un zorro que le enseñó sobre la amistad y a una rosa muy especial. "¿Y qué pasó después?" preguntó Juanito ansioso. Antoine sonrió y dijo: "El pequeño príncipe aprendió muchas lecciones importantes mientras viajaba por la Tierra.

Descubrió que lo esencial es invisible a los ojos, y que lo más valioso de todo es el amor".

Juanito reflexionó por un momento y luego dijo: "¡Eso es maravilloso! ¿Y cómo termina la historia?"El escritor miró al niño con ternura y respondió: "Bueno, Juanito, eso depende de ti. El final de esta historia está en tus manos. Puedes seguir escribiendo aventuras para el pequeño príncipe en tu imaginación".

Juanito sonrió emocionado y se levantó del banco. Le dio las gracias a Antoine por contarle esa hermosa historia e hizo una promesa: nunca dejaría de soñar ni de imaginar nuevas historias.

Desde ese día, Antoine siguió escribiendo cuentos inspiradores como "El Principito", compartiendo su sabiduría con niños de todo el mundo. Y cada vez que alguien lee las palabras mágicas escritas por Exupéry, se transporta a un mundo lleno de fantasía y aprendizajes, donde los sueños siempre se hacen realidad.

Así fue como Antoine de Saint-Exupéry encontró su musa en el corazón curioso de un niño llamado Juanito. Y juntos crearon una obra maestra que sigue inspirando a generaciones enteras.

FIN.

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