La travesía de Sofía



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de hermosas montañas, una niña llamada Sofía. Tenía 4 años y era muy curiosa y aventurera.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, escuchó un sonido extraño proveniente de las montañas. Intrigada por ese misterioso ruido, Sofía decidió seguirlo. Caminó y caminó hasta llegar a lo más alto de la montaña.

Y allí encontró algo sorprendente: ¡un grupo de caballitos jugando entre sí! Los caballitos eran diferentes a cualquier otro animal que Sofía hubiera visto antes. Eran coloridos y brillantes como un arcoíris.

Al acercarse lentamente, uno de los caballitos se le acercó y le habló:-¡Hola, Sofía! ¿Quieres jugar con nosotros? Sofía no podía creer lo que estaba viendo. Nunca había conocido animales parlantes antes. -¡Sí! ¡Me encantaría jugar con ustedes! -respondió emocionada. A partir de ese momento, los caballitos se convirtieron en los mejores amigos de Sofía.

Todos los días subían juntos a la montaña para explorar y divertirse. Un día, mientras saltaban sobre las rocas del río que fluía al pie de la montaña, uno de los caballitos tropezó y cayó al agua.

-¡Ayuda! No sé nadar -gritaba asustado el pobre caballito. Sin pensarlo dos veces, Sofía se lanzó al agua para rescatarlo. Aunque ella tampoco sabía nadar, su amor y valentía la impulsaron a actuar.

Logró llegar hasta el caballito y juntos nadaron hasta la orilla. Desde ese día, los caballitos le enseñaron a Sofía a montar sobre sus lomos. Aprendió a cuidar de ellos, alimentarlos y protegerlos. También aprendió que la amistad verdadera es capaz de superar cualquier obstáculo.

Un día, mientras jugaban en la cima de la montaña, un fuerte viento comenzó a soplar. El cielo se oscureció y una tormenta se acercaba rápidamente. -¡Tenemos que encontrar refugio! -dijo uno de los caballitos con preocupación.

Sofía recordó una cueva cercana donde podrían estar seguros. Rápidamente guió al grupo hacia allí y esperaron a que pasara la tormenta. Después de horas de lluvia intensa, el sol finalmente salió entre las nubes.

Sofía y los caballitos salieron de la cueva para encontrarse con un hermoso arcoíris en el cielo. -¡Miren! ¡Es como si el arcoíris fuera nuestro regalo por haber sido valientes y solidarios! -exclamó Sofía emocionada. Los caballitos asintieron con alegría mientras trotaban alrededor de ella.

Ese día, Sofía entendió que siempre hay una recompensa para aquellos que hacen el bien y nunca abandonan a sus amigos cuando más los necesitan.

A partir de entonces, Sofía siguió visitando a sus amigos caballitos en las montañas cada vez que podía. Y aunque creció y tuvo otras aventuras, siempre recordó la lección de amistad y valentía que los caballitos le enseñaron. Y así, la historia de Sofía y los caballitos se convirtió en una leyenda en el pueblo.

Un recordatorio para todos de que, sin importar cuán pequeños o grandes seamos, siempre podemos hacer una diferencia cuando nos apoyamos unos a otros y nunca dejamos de creer en la magia de la amistad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!