La travesura de Lunita y Michimichi
Había una vez un unicornio llamado Lunita que vivía en un hermoso prado rodeado de flores y mariposas. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un pequeño gato negro llamado Michimichi. - ¡Hola! -dijo Lunita-.
¿Quién eres? - Soy Michimichi -respondió el gato-. Vivo por aquí cerca. ¿Y tú quién eres? - Soy Lunita, el unicornio más famoso del prado. Desde ese día, Lunita y Michimichi se convirtieron en los mejores amigos.
Juntos jugaban y exploraban el bosque, saltando sobre las rocas y corriendo por la hierba. Pero a veces también hacían travesuras. Un día, mientras jugaban en la casa de Lunita, decidieron hacer algo divertido.
Michimichi recordó que había visto una lata de espuma en la cocina y le propuso a su amiga llenar toda la casa con ella. - ¡Eso suena genial! -exclamó Lunita-. Vamos a hacerlo.
Así que los dos amigos comenzaron a rociar espuma por todas partes: en las paredes, en los muebles e incluso en ellos mismos. Se divirtieron mucho riendo y saltando entre tanta burbuja blanca.
Pero cuando terminaron de jugar, se dieron cuenta de que habían hecho una gran travesura: la casa estaba completamente cubierta de espuma y no sabían cómo limpiarla. Lunita empezó a preocuparse porque sabía lo importante que era mantener su hogar limpio y ordenado. Pero luego recordó algo muy importante: siempre debemos ser responsables de nuestras acciones.
- Michimichi, tenemos que limpiar esto -dijo Lunita-. No podemos dejar la casa así. - Lo sé, tienes razón -respondió el gato-. Vamos a buscar una solución juntos. Así que los amigos trabajaron juntos para limpiar la espuma.
A pesar de ser un trabajo difícil y tedioso, no se rindieron hasta que todo estuvo impecablemente limpio. Y aprendieron una valiosa lección: siempre debemos ser responsables de nuestras acciones y cuidar nuestro hogar y nuestro entorno.
Desde ese día en adelante, Lunita y Michimichi siguieron siendo grandes amigos y nunca volvieron a hacer travesuras tan grandes como llenar la casa de espuma.
Pero cada vez que recordaban esa aventura, sonreían felices sabiendo que habían aprendido algo importante juntos.
FIN.