La travesura de Pelusa


Había una vez un niño llamado Andrew que tenía un gato muy travieso llamado Pelusa. Un día, mientras jugaban en el jardín de su casa, Pelusa se escapó por un agujero en la cerca y no volvió.

Andrew estaba muy triste y preocupado. Buscó a Pelusa por todas partes, preguntó a sus vecinos, puso carteles con su foto en las calles, pero no había rastro de su querido gatito.

Pasaron los días y las semanas, y Andrew seguía sin encontrar a Pelusa. Un mes después, cuando ya había perdido toda esperanza, escuchó un maullido familiar en la puerta de su casa. ¡Era Pelusa! Estaba sucio y delgado, pero sano y salvo.

Andrew lo abrazó con fuerza y le dijo: "¡Pelusa, nunca más te dejaré solo!"Desde ese día, Andrew cuidaba mucho más a Pelusa. Le construyó una casita especial en el jardín para que no pudiera escapar de nuevo.

Pero un día, mientras jugaban juntos afuera, la puerta de la casita se abrió por accidente y Pelusa salió corriendo otra vez. "¡Pelusa, vuelve aquí!", gritaba Andrew desesperado mientras corría detrás de él.

Pelusa se metió en un callejón sin salida y quedó atrapado entre unas cajas viejas. Andrew se acercó lentamente para no asustarlo e intentó persuadirlo para que regresara a casa. "Tranquilo Pelusa, sé que te gusta explorar pero es peligroso", le dijo con voz suave.

Pelusa lo miraba con curiosidad e incertidumbre. De repente, escucharon unos ladridos amenazantes acercándose hacia ellos. Eran unos perros callejeros que habían visto a Pelusa como presa fácil.

Andrew sintió miedo por primera vez desde que había recuperado a su amigo felino. Sin embargo, recordando todo lo que habían pasado juntos y lo mucho que se querían el uno al otro decidió actuar valientemente.

Con movimientos rápidos tomó a Pelusa en brazos justo antes de que los perros llegaran hasta ellos.

Corrió tan rápido como pudo hasta llegar a su casa donde cerró la puerta tras de sí respirando agitadamente pero feliz al ver sano y salvo nuevamente a Pelusita quien ronroneaba tranquilamente sobre sus brazos mientras lo acariciaba tiernamente. Desde ese día Andrew comprendió la importancia de cuidar bien de sus mascotas y mantenerse siempre alerta ante cualquier peligro para protegerlos adecuadamente porque sabía que eran parte importante de su familia.

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