La travesura de Tom y la pala mágica



Había una vez en un hermoso campo verde, un gato travieso llamado Tom, que siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras paseaba por el campo, vio a un ratón muy astuto llamado Martín que llevaba un trozo de queso delicioso. Tom se acercó sigilosamente al ratón y le dijo: "¡Hola Martín! Ese queso se ve realmente delicioso. ¿Te importaría compartirlo conmigo?" "Lo siento, Tom, pero este queso es para mi familia.

No puedo darte ninguno", respondió el ratón con firmeza. El gato no se dio por vencido y trató de convencer al ratón de muchas maneras para que le diera un poco de queso, pero Martín seguía negándose.

Frustrado, Tom decidió idear un plan para conseguir su objetivo. Esa misma tarde, el cerdo curioso llamado Pancracio pasaba cerca del lugar donde estaban el gato y el ratón discutiendo.

Al escuchar la conversación sobre el queso, se les acercó y les propuso ayudarlos a cambio de una pequeña parte del tesoro lácteo. "¿Cómo nos vas a ayudar tú?", preguntó Martín desconfiado. El cerdo sonrió y les contó sobre una pala mágica que había encontrado en el bosque días atrás.

Según él, la pala tenía poderes especiales que podían hacer realidad cualquier deseo si se usaba correctamente. Tom, emocionado por la idea de obtener todo el queso que quisiera gracias a la pala mágica, aceptó la propuesta sin dudarlo.

Los tres amigos partieron hacia el bosque en busca de esta herramienta milagrosa. Después de buscar durante horas entre los árboles y arbustos del bosque, finalmente encontraron la pala mágica brillando bajo los rayos del sol poniente.

Con cuidado cada uno agarró un mango y pronunciaron juntos: "¡Pala mágica, queremos mucho queso!". De repente, ante sus ojos incrédulos comenzaron a aparecer enormes ruedas de queso rodando desde todas direcciones hacia ellos.

El gato reía emocionado mientras intentaba atrapar todos los quesos que caían cerca suyo; el ratón saltaba feliz rodeado de tanto manjar; y Pancracio disfrutaba viendo cómo sus amigos saboreaban aquel festín inesperadamente generoso.

Al cabo de unos minutos interminables para ellos pero fugaces para quienes observamos esta historia tan particular...

¡todo termina abruptamente! Una voz grave rompiendo la magia exclamó: "¿Qué están haciendo con mi reserva personal?"Todos los personajes miraron sorprendidos hacia arriba y vieron al granjero Juan parado frente a ellos con cara seria pero también algo divertida al ver aquel espectáculo inusual en medio del campo. "¡Perdón señor Juan! No sabíamos que este era su queso", balbucearon los amigos asustados mientras devolvían las ruedas rodantes rápidamente a su lugar original.

El granjero Juan rió ante tanta ocurrencia e imaginación por parte de estos animales tan singulares y les dijo: "No se preocupen chicos. Me alegra verlos disfrutar juntos así.

" Luego agregó: "Pero recuerden siempre pedir permiso antes de tomar algo que no les pertenece". Los amigos asintieron entendiendo la lección aprendida ese día gracias a su travesura con el queso y la pala mágica.

Desde entonces compartieron muchas más aventuras juntos recordando aquella vez en la que casi provocan un desastre quesero en medio del campo verde donde vivían felices para siempre.

FIN.

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